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Miles de sirios se refugian en Irak por choques con Al Qaeda.

Erbil (Kurdistán iraquí), 18 de noviembre de 2013

Malika llegó con su familia al campo de refugiados de Kawergosk (Erbil) el 19 de agosto como otros tantos miles de sirios de Hasake y Qamishli, de mayoría kurda, que huyeron de sus hogares a raíz de los fuertes enfrentamientos entre los islamistas radicales del Frente al Nusra y las milicias kurdas (los Comités de Protección del Pueblo, YPG).

En apenas cinco días,  unos 30.000 sirios cruzaron a pie por el puente de madera de Peshkhabour, sobre el río Tigris, para encontrar refugio en los campamentos de del Kurdistán iraquí.  Las áreas sirias de mayoría kurda, en el norte del país, habían permanecido al margen de la guerra contra Bashar Asad tras un acuerdo desde que comenzó la revolución por el que las tropas de régimen se retirarían de este territorio a cambio de que las milicias kurdas no luchasen contra las fuerzas de Damasco.

“Teníamos mucho miedo.  Estaban matando a mucha gente.  Corrían rumores de que los islamistas iban a llegar en unos días a Qataniyya (cerca de Qamishli). Tengo siete hijos y teníamos marcharnos para protegerlos”,  exclama Malika, haciendo aspavientos con las manos.

Según su versión, los radicales del Frente Al Nusra estaban en la localidad de Bayassi (un pueblo vecino) y habían amenazado con tomar Qataniyya después de la fiesta del Cordero.

“Rezaremos en vuestras mezquitas y podremos nuestras manos sobre vuestras mujeres”,  corea Malika, emulando las amenazas del Frente al Nusra.

“Creíamos que aquí todo iba a estar bien. Que nos sentiríamos protegidos. Pero vivimos en una cárcel. Las autoridades kurdas no nos dan dejan salir del campamento. No tenemos papeles para poder buscar trabajo. Cómo voy a alimentar a mis hijos”,  implora, Abdel Razaj, el marido de Malika.

refugiados_ETHELBONET_0003El campamento de Kawergosk, emplazado en vaguada a las afueras de Erbil,  alberga a unos 14.000 refugiados que viven en tiendas de lona soportando temperaturas extremas.

Para algunos, como es el caso de Amina, de 90 años, y su hija Anuda, de 30, el día a día es un infierno.  La anciana tuvo una embolia hace siete años que le paralizó medio cuerpo y necesita una silla de ruedas para moverse. Su hija menor, diabética, tuvo gangrena de pequeña y le tuvieron que amputar una pierna.  Las dos mujeres están al cargo de Hadiya, de 50 años, y divorciada.

Como no hay agua corriente, cuando la necesitan tienen que ir a sacarla de unos tanques de agua que han instalado en el campamento. Las letrinas están sobre lo alto de una tarima y cada vez que Amina necesita ir al baño es una odisea.

Pero a pesar de las dificultades del día a día, Hadiya agradece que “al menos estamos a salvo”.

“Un grupo de milicianos del YPG nos avisó de que debíamos marcharnos porque estaban llegando los islamistas a Bayassi.  Muchos vecinos huyeron pero yo no podía cargar con mi madre y mi hermana a la vez.  Así que decidimos quedarnos, pero fue terrible.  Entraron al pueblo y arrasaron con todo.  Saquearon mezquitas y robaron pesticidas de un almacén. Escapamos con unos vecinos que tenían un camión y nos llevaron a Qataniyya. De nuevo, empezaron los enfrentamientos entre el YPG y al Nusra y decidimos marcharnos al norte de Irak”.

Hadiya tuvo que cargar con su madre a las espaldas para cruzar el puente de madera de Peshkhabour que “acabó rompiéndose por la cantidad de personas que intentaron cruzar al mismo tiempo”,  describe la misma.

refugiados_ETHELBONET_0002Laila y Muhamed Amid son un pareja de ancianos ciegos.

“Hace dos años el peligro estaba en Damasco, pero ahora ya no hay ningún lugar seguro en toda Siria”, lamenta Laila.

El matrimonio huyó con su hijo menor que se hace cargo de sus padres invidentes.

“Estaban ocurriendo muchas cosas malas en Qamishli. Asesinaron al mulá Malakala de la mezquita de Qudurbac. Después empezaron los atentados con coche bomba en los puestos de control del YPG. Cada día morían entre 10 y 15 milicianos kurdos. La situación se volvió muy peligrosa y tuvimos que marcharnos”,  lamenta Laila, antes de agregar que “lo único que deseo es poder regresar pronto a Siria”.

 

 

 

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