La revolución chií de Bahrein

Manama, 06 de marzo de 2011

Al grito de ¡Bahrein tiene derechos!,  decenas de miles de manifestantes tomaron anoche la Plaza de la Perla para protestar contra el régimen monárquico de Al Khalifa. Por unas horas, las carreteras que conducen al centro de Manama se convirtieron en ríos de gente pidiendo el cambio, mientras las banderas bahreinies teñían de rojo la plaza.

“Todos somos iguales, no hay diferencia entre sunitas y chiies. Esta es la revolución del pueblo contra una monarquía autoritaria”,  explicó Yasem, un joven activista que coreaba en las protestas.

Aunque se pretende dar una imagen de unidad del pueblo Bahreiní contra el régimen monárquico de Hamad bin Isa al Khalifa,  esta revuelta se caracteriza por el levantamiento de la comunidad chií mayoritaria, que suma entre un 70 y 80 por ciento de la población,  contra la élite sunita que ostenta el poder y la riqueza en el país del Golfo Pérsico.

En Bahrein, muchas mujeres tienen estudios universitarios y ocupan puestos de trabajo importantes, pero pocas son chiies.

“Antes prefieren traer a profesores de Egipto, Yemen y Jordania que contratar a nacionales por el mero hecho de ser chií”, denunció Shaibra, de 30 años, que se licenció en Magisterio en 2005. Desde entonces no ha parado de hacer entrevistas y presentarse a exámenes sin éxito.

Muchos de los allí presentes son parados, y lo que han conseguido algún tipo de trabajo está mal remunerado y ganan en torno a los 800 dólares al mes. “Soy ingeniero químico y trabajo como celador en un hospital”, se quejó Hassan de 23 años, cuyo sueldo le da para pagar el alquiler y poco más. “Así nunca conseguiré esposa”, lamentó este joven activista, que desde el día 14 de febrero está secundando las protestas en la Plaza de la Luna.

Su compañero Ali, recostado en una alfombrilla a su lado, agregó: “yo no puedo dejar ni la casa de mis padres con 29 años”. Ali no tiene carrera universitaria y ha buscado trabajo en fábricas o como dependiente en grandes almacenes,  pero hasta la fecha no ha conseguido un empleo. “En otros países de la región, muchos jóvenes toman como salida laboral el Ejército, pero en Bahrein prefieren a extranjeros árabes que a nacionales chiies”, señala Ali, en referencia a gran número de extranjeros de países del golfo o de Egipto y Libia, que entran el los cuerpos de la seguridad porque el Ejercito no deja alistarse a los chiies.

“Todo es un complot contra los chiíes”,  declaró otro manifestante chií que se acercó  por allí. “Hasta las televisiones árabes dan una imagen falsa de nosotros. Ningún reportero de  Al Arabiya, ni de Al Jazeera se han acercado a la plaza para mostrar lo que pasa aquí”,  expone este vecino que se identifica como Mansur”.  Aunque sus palabras carezcan de veracidad, es cierto que el reino de Bahrein prohibió a Al Jazeera reportar sobre las protestas, amenazando con paralizar las obras de un puente para conectar por tierra la isla con Qatar.

Los regimenes de la región apoyan a la monarquía de Bahrein por temor a que Irán pueda ganar mayor influencia en Oriente Medio.

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