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La rebelión silenciosa de los kurdos sirios

Afrin, Kurdistán Sirio, 07 de noviembre de 2012

Tras cerca de dos años de revueltas en Siria, el pueblo kurdo ha encontrado la oportunidad de conseguir su autonomía. Tres millones de kurdos viven en el norte de Siria.

Entrar en el Kurdistán sirio es como viajar a otro país; lejos de las bombas, la destrucción y los combates.  La revolución siria ha proporcionado cierta autonomía a los kurdos, que han aprovechado la situación de caos y descontrol para implantar su propia autoridad, aunque controlada. Desde hace unos meses el Partido de Unión Democrática (PYD), ha tomado el control de los centros del gobierno, instalaciones militares y de seguridad, tras la retirada táctica de las fuerzas sirias del norte de Siria. “Tomamos las instalaciones a la fuerza,  no opusieron resistencia, simplemente se marcharon”, asegura Badran Civakurd, presidente del PYD en la provincia de Afrin. “No es porque nos apoye el régimen; llevamos más de treinta años sometidos, sin derechos, simplemente la retirada de las fuerzas sirias de las zonas kurdas fue una estrategia política. El régimen acordó no combatir a los kurdos”, insiste el líder kurdo. Lo que Civakurd no menciona es que los partidarios del PYD han ayudado a las fuerzas sirias a mantener a raja tabla a los kurdos que han querido manifestarse contra el régimen. A pesar de que en la entrada a Afrin hay un mural con el rostro de Bashar al Asad destrozado, los kurdos no se han rebelado contra el régimen. Incluso, se han producido enfrentamientos entre los combatientes del PYD y el grupo fundamentalista Jabhat al Nusrat (el frente al Nusra), vinculado con Al Qaida, autor de los atentados en Damasco y Alepo contra edificios de la Seguridad siria.

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En realidad, todavía hay presencia de las fuerzas gubernamentales,  al menos en la capital del Kurdistán occidental, donde controlan la comisaria central, la sede de los servicios de inteligencia y un cuartel de la inteligencia militar.

Medio millón de kurdos habitan esta región occidental, que ahora iza su bandera tricolor (amarilla, rojo y verde), escribe en kurdo los carteles de la carretera, tiene sus propios comités y sus Fuerzas Populares de Protección para la seguridad ciudadana. Los comités kurdos de Seguridad, cuyos voluntarios están proporcionalmente repartidos entre hombres y mujeres, patrulla las ciudades, y vigilan puestos de control en las carreteras, o en las salidas y entradas de las localidades.  “Nosotros no formamos parte del PKK, somos un movimiento político de democracia social. Los comités de la Defesa Popular están para defender a los kurdos sirios para brindar protección y seguridad con las patrullas y los puestos de control en las carreteras”, asegura Civakurd . “Nos somos una milicia armada”, insiste el presidente del PYD.

Para la mayoría de los kurdos el árabe se ha convertido en una lengua extranjera. Resulta difícil poder comunicarse en árabe con los kurdos que han conseguido hablar libremente en su idioma, después de estar prohibido durante más de 30 años en Siria. Por primera vez, el kurdo se enseña en las escuelas.  Rush Jurdish, de 40 años, ex combatiente del PKK devenido en maestro, lleva cinco meses enseñando kurdo en una escuela de Kafar Safra. “Seguimos el mismo método que el de las academias kurdas en Turquía (donde funcionan desde 2005)”, asegura Jurdish, que pasó 10 años en cárceles turcas.

EB_SIRIA_05_webEl ex combatiente del PKK, con 15 años de experiencia en las montañas de Qandil (norte de Irak), fue capturado en 1996 por el ejército turco en una operación contra el PKK en Sharnaj (frontera con Irak), donde resultó herido en un pierna y la cabeza.  Según Jurdish, entre 1500 y 1700 sirios kurdos están en las filas del PKK.

“Desde abril, varios grupos de militantes – un número indeterminado, entre 100 y 500 – han entrado en Siria, dejando los refugios de los montes de Qandil, (donde el PKK se atrinchera en su lucha contra Turquía)”, confirma el ex combatiente, que desmiente que el PKK haya establecido “un campamento” en el norte de Siria.

“No les hace falta. La mayoría son de origen sirio y simplemente vuelven a sus pueblos”, indica Jurdish.

En Afrin, los kurdos tienen su propio canal de televisión, Ronahit TV (el Nuevo Día, en kurdo) que se trasmite a través del satélite NileSat y un periódico semanal con el mismo nombre, escrito en lengua kurda.

“Los reporteros tenemos que cubrirnos la cara con un pañuelo, porque tememos por nuestra seguridad”, advierte Mustafa, uno de los cinco cámaras de la televisión kurda.

En el Kurdistán sirio, la población sufre las mismas carencias que en el resto de las zonas rebeldes del país. La gasolina es difícil de encontrar, al igual que el gas para cocinar, cuyos precios se han disparado. Los teléfonos móviles no funcionan y la internet está cortada. Debido a que muchos desplazados de Alepo se han refugiado en Afrin por la seguridad, las reservas se harina empiecen a agotarse.  “Hay días que no podemos encontrar pan y tenemos que viajar a otros pueblos vecinos para poder cómpralo”, se queja Mohamed, vecino de Kafar Safra, cerca del paso fronterizo de Bab al Hawa, con la localidad turca de Reyhanli.

En Afrin también celebran los funerales de sus mártires, pero no son los caídos en Saladino u otros dos barrios de Alepo, sino de las montañas de Qandil, el bastión del PKK el norte de Irak, o de Shamzinan, Chale (las localidades turcas fronterizas con Irán).

Talib Gadalu, de 21 años, murió recientemente en una operación de las fuerzas turcas contra Chale.  A los 16 años se hizo militante del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y se fue a las montañas de Qadil para recibir entrenamiento. “Estoy orgulloso de mi hijo. Ha sacrificado su sangre y su alma por la causa kurda”,  declara solemne su padre Barakak, antes de agregar que todas las familias kurdas hay algún mártir del PKK.

En autobús,  furgoneta, o caminando miles de vecinos de las localidades cercanas a Kafar Safra se congregaron en la casa de la familia Gadalu para presentar sus respetos al mártir, de cuerpo ausente, porque sus restos están esparcidos en las montañas de Chale. Banderas kurdas, pañuelos tricolores, dedos con la señal de victoria, y arengas revolucionarias para rendir homenaje a los mártires del PKK.

En el altar esta la fotografía de Zaradasht, el alias de guerra de Gadalu, junto con los tres comandantes históricos del PKK, también muertos, entre ellos Shilan Qubani, la primera mujer mártir, y el líder supremo Abdala Öcalan, encarcelado en Turquía desde 1999.

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Los kurdos sirios manifiestan abiertamente su apoyo al PKK, aunque niegan que haya combatientes en Siria.  Pero los hombres enmascarados empuñando su kalashnikov que llegaron en las “pick up” con una metralleta instalada en el remolque no tienen pinta, precisamente, de familiares o allegados del difunto.

“Mientras quede un solo kurdo en la tierra seguirá existiendo el PKK”, asegura Rudi, tío del combatiente muerto.

En los muros o las puertas metálicas de los garajes hay pintados la siguiente inscripción: Apo PKK Azadi  (libertad para el gran líder del PKK).

El posible control de los kurdos en el norte de Siria ha puesto en jaque a Ankara, que teme que el PKK pueda instalarse libremente en este territorio semiautónomo con el apoyo del PYD, que gobierna de facto en la región occidental del Kurdistán sirio.  “Nuestro objetivo no es separarnos físicamente de Siria, sino conseguir su autonomía dentro de las fronteras, donde se reconozca la identidad del pueblo kurdo”, asegura el líder del PYD.

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