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Hezbolá y la cercana guerra con Israel

(Beirut) El Líbano, 08 de noviembre de 2017

Hezbolá  (El Partido de Dios) es como una olla a presión que podría estallar en cualquier momento.  Y teniendo en cuenta que la milicia islámica ha sido reconocida como el actor armado no estatal “más poderoso del mundo”,  según expertos de defensa, las consecuencias podrían ser desastrosas.

El Líbano vuelve a estar en el ojo de la tormenta política tras la repentina dimisión del primer ministro suní,  Saad Hariri,  que la hizo publica en Riad, alegando un complot de Hezbolá y su aliado iraní para atentar contra su vida.

Un año exactamente ha durado el nuevo gobierno libanés, que se constituyó gracias a un pacto entre los dos hacedores del país -Irán y Arabia Saudita- para mantener unido el Líbano. La retirada de Riad del acuerdo de unidad nacional se suma a otras recientes provocaciones contra Hezbolá, lo que podría llevar a un nuevo periodo de inestabilidad en el pequeño país del Levante árabe.

LEBANON-HARIRI - Posters of Saad Hariri

La mitad de la población libanesa mira con desasosiego la situación actual temiendo que Hezbolá,  envalentonado por su victorias en el campo de batalla de Siria,  saque pecho y se meta en otra guerra a tres bandas: Arabia Saudí , Israel y Estados Unidos.  La otra mitad está preparado para tomar las armas y defender el legado de Hasan Nasrala, secretario general de la guerrilla libanesa.

La administración Trump también ha lanzando el guante al  “todopoderoso” Hezbolá , que forma parte de la lista de grupos terroristas de EEUU desde 1997.

La Cámara Baja del congreso estadounidense aprobó recientemente un paquete de sanciones contra el grupo, que busca limitar y obstaculizar los medios por los que esta milicia libanesa, creada por Irán,  consigue financiarse. Las nuevas sanciones, las más duras que se aplicarán hasta ahora, incluyen restricciones a empresas que hagan negocios con instituciones y grupos relacionados con la guerrilla proiraní. Además, el departamento de Estado estadounidense también ha ofrecido una recompensa de hasta siete millones de dólares para la caza y captura de Talal Hamiya, responsable de seguridad exterior del grupo y hasta cinco millones de dólares por información sobre el paradero de Fuad Shuker,  cerebro del atentado en Beirut contra el cuartel de los Infantes de Marina de EEUU, que acabó con la vida de más de 243 marines en 1983.

Aunque todavía no se han implementado las medidas punitivas de EEUU, en los despachos de las oficinas del movimiento de “resistencia” libanés en barrio de Dahiyeh (suburbios de Beirut) se respira un ambiente de paranoia. “Ahora mismo estamos bajo una gran presión internacional. No puedo decir nada más ”, responde escuetamente una de las encargadas del centro de prensa de Hezbolá.

El hermetismo del grupo se siente en cada esquina de Dahiyeh. Visitar los suburbios de Beirut sin una “invitación oficial” es casi imposible.  Hezbolá tiene ojos en cada esquina y nadie se atreve a hablar con un forastero si no tiene el visto bueno del grupo Banderolas amarillas con el estandarte del brazo armado de Dios , y posters con el fotografía del “Sayyed” Nasrala, o de su número dos, Naim Qasem, adornan las fachadas de los comercios, y cafeterías en los arrabales de Beirut.

Hezbolá tiene el “poder callejero” que en una sociedad tan dividida como es la libanesa tiene más fuerza que el poder político. El Partido de Dios ha sabido ganarse el corazón y la mente de los libaneses más desfavorecidos. El grupo es conocido en el Líbano por tener una red de servicios sociales para llenar el vacío del gobierno.  Durante muchos años Hezbolá ha desempeñado un papel vital proporcionando educación, asistencia médica y social en las zonas marginadas de mayoría chií a donde no llegan los servicios sociales del gobierno libanés.

La comunidad chiita libanesa apoya a Hezbolá porque “todo lo que ha prometido, lo han cumplido”, asegura Husein Itany, que trabaja en una tienda de móviles en Dahiyeh.

“Hezbolá está en todas partes. Somos un estado dentro del Estado (libanés).”,  sentencia un  estudiante de la Universidad Internacional Libanesa (LIU, en sus siglas en inglés) y residente de Dahiyeh.

“Gracias a Hezbolá puedo estudiar una carrera”,  explica otra joven chií de 19 años y estudiante en LIU.

Su padre murió en el verano de 2006 durante los bombardeos israelíes en los suburbios de Beirut y el sur del Líbano.  Hezbolá  ayuda económicamente a las viudas y sus hijos de la guerra con Israel de 2006, así como a las familias que han sacrificado a uno o varios hijos en Siria.  El grupo chií financió, con fondos de Qatar,  la reconstrucción de Dahiyeh, pagando cada una de las viviendas que fueron bombardeadas por la aviación israelí.  La guerra en la vecina Siria le está costando mucho a las arcas de Hezbolá, pero es una inversión a largo plazo.

“Comprar apoyos  a través de la provisión de servicios sociales no es una mera transacción económica para ganar votos, sino que engendra un sentimiento de pertenencia a la comunidad. Hezbolá se presenta como protector y garante del bienestar, ganando lealtades y consolidando el control sobre el territorio y las personas”, explica el analista Ali Rizak.

Con la estrategia de proporcionar asistencia social, la milicia ha sabido nutrirse de combatientes.  Solo en los cementerios de los suburbios de la capital libanesa hay cerca de dos millares de nuevas lapidas de jóvenes chiíes que han muerto en la campo de batalla en Siria desde 2012.

A pesar del  gran número de mártires que ha generado la guerra siria, más seguidores de Hezbolá están preparados para luchar hasta el final si se lo ordena el “sayyed” Nasrala.

“Hezbolá ha aumentado el reclutamiento durante la guerra en Siria usando la misma filosofía de martirio que empleó en la lucha contra Israel”,  señala el analista proiraní.

Los tentáculos de Hezbolá llegan a todos los rincones del país, incluso a los feudos cristianos del presidente del Líbano,  Michel Aoun , aliado de la milicia proiraní. Para muchos cristianos Hezbolá es garante de la seguridad en el Líbano ya que ha logrado expulsar a los yihadistas del EI y del Frente Al Nusra (ex filial de Al Qaeda en Siria) de la frontera que comparte con Siria.

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Después de años de guerra en Siria, endurecido por la experiencia en la batalla, Hezbolá es una bestia completamente diferente a la que se enfrentó a Israel en 2006.

“Hezbolá tiene la influencia política de un gobierno, el poder de fuego de un ejército y el enfoque estratégico de una organización terrorista. Es por eso que el grupo presenta una amenaza  para el Estado libanés, otras poblaciones de la región e Israel”,   alerta en un extenso informe el Grupo Militar de Alto Nivel (http://www.high-level-military-group.org/pdf/hlmg-hizballahs-terror-army.pdf)

En estos últimos 11 años,  la guerrilla proiraní “ha podido recuperarse militarmente, acumulando una gran reserva de armas, desarrollando y desplegando nuevos y más precisos y letales sistemas de defensa, y ganando experiencia de combate luchando por Irán y Bashar al Assad en Siria”,   señalan los expertos internacionales de Defensa.

Israel cree que la capacidad combativa de Hezbolá es de aproximadamente 25.000 combatientes a tiempo completo – 5.000 de los cuales se sometieron a entrenamiento avanzado , y cuenta con otros al menos 20.000 militantes en unidades de reserva.

Según el informe del HLMG, Hezbolá posee aviones no tripulados de ataque, sistemas de defensa aérea, vehículos blindados de transporte de tropas e incluso tanques. También se cree que tiene el misil Yakhont tierra-mar, con el que puede amenazar a los buques de la Armada israelí.

El arsenal de Hezbolá tiene “más cohetes que muchos ejércitos europeos”; Posee entre 100,000 y 150,000 proyectiles, la mayoría de ellos de corto alcance, señala el análisis militar que advierte que en una guerra futura con Israel, el grupo chií tendría la capacidad de disparar  más de 1,000 misiles por día.

 

 

 

 

 

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