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Esperando a “la madre de todas las batallas”

Maraa, 06 de agosto de 2012

Tras una enorme sonrisa de satisfacción, el oficial de aduana rebelde estampa el sello de entrada de la “Katiba Al Siasi”.  A cinco kilómetros del cruce fronterizo son visibles los estragos de la batalla por la liberación de Azaz. Esta ciudad de 75.000 habitantes está  totalmente arrasada, después de cinco meses de fieros enfrentamientos entre las tropas de Bashar Al Asad y el Ejército Libre de Siria. A penas quedan residentes en la ciudad. La mayoría huyo cuando empezaron los combates el 6 de marzo y se prolongaron hasta el 26 de julio.  Algunas familias han regresado en los últimos días, pero muchas otras, que lo han perdido todo, prefieren quedarse en el campamento de refugiados de Kilis, que las autoridades turcas han instalado al lado de la frontera.

La última batalla se libró en la entrada de la ciudad junto a una mezquita y una escuela, que las tropas regulares usaron como cuartel y centro de detenciones. El olor a excrementos sigue impregnado en las aulas.

Frente a la mezquita devastada hay siete tanques destrozados que los rebeldes exhiben como trofeos de guerra. Azaz se ha convertido en una especie de destino turístico de guerra para periodistas, donde por cincuenta dólares te enseñan la ciudad.

Una vez fuera de la ciudad, la carreta está semidesértica. A penas se ven vehículos circulando durante los quince kilómetros que conducen a Maraa. La gasolina se ha convertido en un bien preciado, debido a la escasez y a los precios que se han disparado. Todas las estaciones de servicio están cerradas, por lo que para conseguir algunos litros de carburante han ingeniado “las gasolineras móviles” que consiste en un motoneta con un bidón de gasolina que recorreré la ciudad en busca de clientes. Un litro de gasolina cuesta ahora 3 euros cuando antes valía unos 80 céntimos de euro.

Lo mismo ocurre con las bombonas de butano para cocinar que han pasado de unos 3 euros a 40 euros.  En Maraa la vida sigue, a solo 35 kilómetros del infierno de Alepo.  A pesar del espíritu de sacrificio de sus habitantes y de dejar la suerte al destino, muchos lugareños no ocultan su nerviosismo cuando les preguntas por los acontecimientos en la vecina Alepo.

“Hemos oído que en los últimos  días el Ejército sirio ha trasladado a la ciudad 20.000 tropas de asalto y tanques, pero nadie ha visto nada”, explica un vecino, que se identifica con el nombre falso de Ahmad. “Se está preparando una gran ofensiva pero aún tardarán unos días” –continua- “si las milicias de Asad recuperan el control de la ciudad, los siguientes en caer seremos nosotros”, advierte Ahmad.

Un combatiente del ELS sostiene que la ofensiva del Ejército no vendrá por sur de Salahedin. “Están posicionando a las tropas en distintos puntos, entre los barrios de Tarik Al Bab y Al Sajur, para bloquear todas las entradas de Salaheldin e impedir que los rebeldes puedan moverse. Seguramente atacarán por el norte del distrito con aviones,  que es donde está nuestro cuartel general”, asegura el miliciano rebelde.  El cuartel general de Salahedin es una escuela secundaria, donde están acuartelado 5000 combatientes, dirigidos por el capitán Abu Sulaiman, pero en los últimos días han recibido “otros 400 reclutas y se espera la llegada de más”, indica el miliciano del ELS.

 

Debido a que las calles del barrio son muy estrechas, los soldados de Asad no pueden entrar con tanques, por ese motivo “nos bombardean con MiG-2”, aclara el militar rebelde.

“La situación en Alepo se está volviendo muy peligrosa. Hasta hace unos días sólo huían las familias del asediado barrio de Salahedin, pero ahora se han intensificado los bombardeos desde cazas MiG-2, al menos tres veces al día”,  explica Wasim, que trabaja como traductor para periodistas extranjeros.  Wasim, con nacionalidad estadounidense, regresó a Maraa al principio de la revolución y asegura que se quedará hasta el final. “Estamos esperando una gran oleada de desplazados en Maraa en unos días”, advierte el traductor rebelde, en referencia a la esperada gran ofensiva del régimen contra Alepo.

“La debilidad del Ejército será las deserciones. Hay muchos soldados que aún no han desertado pero pasan información al ELS”, revela Wasim. También, asegura, que hay deserciones de shabihas (matones del régimen) en Salahedin, pero que si cae el barrio, ahora bajo control de los rebeldes” y entran las tropas de Asad “se cambiarán de nuevo de bando”.

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