Retrato del dibujante Mustafa Mohamed Amin

El cronista gráfico de los horrores del Estado Islámico

Mosul (Irak), 23 de junio de 2017

Desde pequeño sintió la necesidad de dibujar. “Lo necesito, me tranquiliza como a un fumador fumarse un cigarrillo”, nos dice Mustafa Muhammad Amin. Gracias a “su adicción” tiene ahora una colección de más de 300 dibujos sobre los horrores del Estado Islámico.

Ilustraciones de ejecuciones, decapitaciones, torturas, y amputaciones que parecen sacadas de una novela gráfica de terror.

Muhammad Amin de 58 años, padre de seis hijos y abuelo de siete nietos, se gana la vida  reparando pequeños electrodomésticos en un negocio que tiene montado a la entrada de su casa, y jamás ha pensado en vender ninguno de sus dibujos.  Sin saberlo, la obra de este pintor aficionado ha adquirido un gran valor documental porque a través de sus dibujos se sabe cómo ha sido la vida en estos últimos tres años bajo el puño de hierro del Califato.

Retrato del dibujante Mustafa Mohamed AminEn un mueble aparador en el salón de su modesta vivienda guarda en cajas de cartón su colección de retratos del horror. Y aunque ya hace ocho meses que la localidad de Hammam Al Alill fue liberada del Estado Islámico aún tiene miedo de que algún día regresen los yihadistas y encuentren sus dibujos.

“Soy enemigo de Daesh, porque dibujar retratos está prohibido en el Califato. Me han detenido en más de una ocasión, me han golpeado con una vara, incluso estuve a punto de ser ejecutado pero nunca han encontrado mis dibujos. Si los hubieran encontrado ahora mismo estaría muerto, me habrían decapitado”,  explica Muhammad Amin.

Durante el régimen del EI, el artista solía dibujar por las noches bajo la luz de las velas y antes de dormir escondía sus dibujos detrás del asiento trasero del coche de un amigo suyo.

“No había periodistas y no permitieron las fotografías, así que grabé las imagenes en mi cabeza y por noche las dibujaba en casa”, señala.

Una noche entraron unos agentes de la “policía moral”  a su casa y se lo llevaron en un coche encapuchado y con las manos atadas. “Pensé que había llegado mi final. Durante el trayecto estuve recitando el Corán”, explica.

Le llevaron a un descampado, cuando bajó del coche con lo ojos vendados y le obligaron a ponerse de rodillas y de pronto apareció un superior que le salvó la vida: “tómalo como una advertencia la próxima vez sí que te mataremos”, recuerda el artista.

En otra ocasión estuvo detenido en prisión por unos días. “Cómo no tenía nada con lo que poder dibujar abrí una batería y con el polvo que sueltan las pilas pinté en la pared. El carcelero me obligó a quitarlo con la lengua”,  detalla Muhammad Amin.

Lámina a lámina nos va contando la historia que hay detrás de cada ilustración.

pintor_ETHELAli tenia 22 años y era policía. Los yihadistas le torturaron hasta la muerte y después lo decapitaron en la plaza del Mercado, donde solían hacer las ejecuciones.

En otro bosquejo se ve a un hombre con ojos vendados y colgado de un poste con una soga al cuello. Se trata de Omar Muhammad Al Sunni hijo del coronel Muhammad al Al Sunni, al que también torturaron hasta la muerte y después colgaron de un pie.

Omar también era militar y fue torturado hasta que delató a su padre. Al hijo no le perdonaron la vida y condenaron a morir también al coronel Al Sunni.

Otro dibujo muestra el cuerpo de un hombre que yace en el suelo maniatado y con el cuello roto. Adnan Yuburi era policía y permaneció escondido durante más de 20 meses hasta que alguien le delató. Los yihadistas lo ahorcaron en la Plaza del Mercado.

Hani Al Hindi fue un héroe en Hamman Al Alil. Este barquero ayudó a huir a decenas de familias, cruzando el río con su embarcación. Al Hindi fue capturado por los yihadistas y como castigo ejemplificador, después de darle una golpiza, le ataron las muñecas con una cuerda al parachoques trasero de un coche y lo arrastraron por toda la ciudad hasta morir desangrado.

Uzman solo tenía doce años. Una mañana jugando con una pelota pisó un artefacto explosivo y murió en el accidente. El retrato muestra el rostro del niño con quemaduras en la cara. Muhammad Amin confiesa que el cuerpo estaba tan destrozado que no pudo dibujarlo.

Uno de los bosquejos que ha pintado con más alma el dibujante es el retrato de una prisionera a la que el EI cosió su boca para que no hablara. “Era una mujer valiente que denunciaba las atrocidades que cometían los yihadistas. La torturaron, la encarcelaron y ella dijo que no la harían callar. Así que la ataron de pies y manos para que no se moviese y le cosieron los labios. Murió una semana después.

El dibujante le da la vuelta a una hoja de historial médico. En la otra cara hay dibujado el rostro de una niña con lágrimas en lo ojos. “Era una niña cristiana. Estaba en una camilla del hospital Al Yumhurriya con el pelo lleno de broza y el cuerpo con magulladuras”, describe el artista iraquí.

Según explica, a la niña se la llevaron con 12 años para casarla con un yihadista y después la volvieron a casar con cinco hombres diferentes.

“He pintado en cualquier superficie. Incluso he llegado a reciclar mis propios dibujos”, detalla el dibujante, que guarda sus lápices de colores como si fueran el tesoro más preciado. “Fue imposible encontrar un cuaderno y mucho menos lápices durante el tiempo en el que estuvieron los yihadistas.

Para el artista, sus dibujos y lápices han sido las armas para resistir contra el Estado Islámico.

 

 

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