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Desaparecidos en Pakistán: las otras víctimas de la guerra contra el terrorismo

Islamabad, 11 de mayo de 2011

Han pasado seis años desde la última vez que se despidieron, pero Amina le sigue preparando una taza de café a su esposo por las mañanas. “Siempre desayunábamos juntos. Él se sentaba en la cabecera de la mesa de la cocina y se fumaba un pitillo, mientras yo calentaba el agua para el café y freía unas pakoras  (verduras rebozadas)”, recuerda Amina Janjua , de 45 años, sin apartar la mirada de la puerta de la cocina.  La mañana del 30 de julio de 2005, su marido Masood, de 49 años, salió de su casa temprano para tomar un autobús a Peshawar.  Él y su amigo Faisal habían comprado el día anterior dos billetes en la Estación Central de autobuses de Rawalpindi pero los asientos nunca fueron ocupados.

DIEGOIBARRASANCHEZ_desaparecidos_002A Amina le extrañó que Masood no le llamara en todo el día, el móvil estaba apagado.  Por la noche, preocupada, pero para no alertar a sus dos hijos, se fue a casa de la esposa de Faisal. Él tampoco había contactado con su esposa. “Así que llamé a un primo para que viniera a recogernos en coche y acercarnos a la estación de autobuses. Allí nos confirmaron que había dos asientos reservados para Peshawar pero nadie tomó el autobús.

“Entonces pensé lo peor; que habían muerto en un accidente de tráfico. Llegué a casa y le expliqué a mis hijos lo que había sucedido”,  relata Amina. Said, el mayor, se fue a los hospitales de Pindi e Islamabad a para tener noticias de su padre.

“Nadie pudo confirmarnos nada”, dice afligida.

Amina pasó dos años lamentándose de su dolorosa pérdida: “Siempre he sido una mujer vitalista. Adoraba cocinar para mi familia, tener la casa arreglada …No pude salir de la cama”.

Un día, un buen amigo suyo, el abogado Sadar Marwan, le comentó que quizás podía estar detenido ilegalmente por las agencias de inteligencia. “su teoría me pareció absurda. Masood es un personas con estudios que trabaja como ingeniero de informática ¿por qué iban a detenerle?”.

Marwan ayudo a Amina a contactar con otros familiares de desaparecidos.  Y después de varias entrevistas con familias en su misma situación, vio que no estaba sola y que muchos otros sufrían como ella. Entonces,  decidió llevar el caso de su esposo al Tribunal Supremo.  “Presenté una denuncia de detención ilegal contra Massod al jefe Justicia Iftikhar Chaudry”, explica Amina. El caso fue registrado en agosto de 2006 y en marzo de 2007 el jefe del Supremo fue destituido por el general Musharraf.  Chaudry fue restituido en marzo de 2008, después de que el Partido Popular de Pakistán (PPP) ganara las elecciones generales.

“En aquel momento, perdí todas la esperanzas. Sin embargo, una fuerza dentro de mí me hizo seguir adelante. Decidí empezar una campaña de denuncia contra las detenciones ilegales en Pakistán”, insiste Amina.

DIEGOIBARRASANCHEZ_desaparecidos_004Así, en abril de 2007, esta valiente mujer creó la asociación “Defence of Human Right of Pakistan” (DHRPK) con otros familiares de desaparecidos y con el apoyo de varios activistas por los derechos humanos, entre ellos abogados y políticos opositores.

Según DHRPK, desde que Pakistán se convirtió en un aliado de EEUU en la guerra contra el terrorismo tras los atentados del 11-S, se han registrado 4000 casos de detenciones ilegales.

Durante su primer mandato, el general Musharraf  aprobó varios decretos presidenciales por los que, bajo la ley antiterrorista,  las fuerzas de Seguridad podían detener a sospechosos de actividades terroristas sin necesidad de un juicio previo ni investigación policial. Los detenidos han sido llevados a cárceles secretas controladas por las agencias de inteligencia. Pero esta práctica sigue existiendo bajo la supervisión del gobierno civil y “democrático” del presidente Asif Zardari.

“unas 750 personas fueron enviados en vuelos de la CIA a la prisión de Bagram, al norte de Kabul, donde han sido torturados”, denuncia Amina, el resto están en cárceles secretas en Pakistán. La mayoría de los desaparecidos provienen de las áreas tribales, la provincia de Khiber Pashtunkha y Baluchistán, pero también hay más de medio millar de casos en Islamabad, Lahore o Karachi.

Su organización ha presentado cerca de 500 denuncias de detenciones ilegales al Tribunal Supremo pero hasta la fecha “no ha habido ninguna audiencia”.

DIEGOIBARRASANCHEZ_desaparecidos_003Pero Amina, no se detendrá en su lucha hasta que se haga justicia.  “Se perfectamente donde está mi marido. Lo he sentido dentro de mi.  Localicé una centro de detención ilegal entre Islamabad y Rawalpindi y se que Masood está en la celda número 20. Pero me han denegado ir a verle.

Cada sábado, Amina y centenares de familiares de desaparecidos organizan sentadas pacíficas en frente del Palacio de Justicia en la capital.

Velas, retratos, y decenas de rostros apenados bloquean durante una hora la carretera que lleva al Tribunal Supremo, mientras son observados de cerca por las fuerzas de seguridad.  A este tipo de demostraciones suelen acudir los partidos Islámicos para apoyar a los familiares de desaparecidos y ganar popularidad entre la población.

Hajj Sayid Gamal Afridi, de 65 años, de la conflictiva localidad tribal de Darran Khel perdió a su hermano, Hajj Malek  Mohamed,  el 26 de enero de 2006. “Él regresaba en coche desde Peshawar para asistir a una jirga (consejo de ancianos) pero jamás volvió. Sólo quiero saber si mi hermano está vivo o muerto. Es mi derecho”, declara este miembro del clan Afridi. “Nuestra tribu no apoya a los talibanes. Mi hermano no es culpable, nunca ha participado en ningún encuentro con grupos talibanes”, insiste el anciano.

Mansur Mehdi, de 24 años, estudiante de medicina de la Universidad de Peshawar, lleva desaparecido desde febrero de 2008. Su padre Mohamed Idriss puso una denuncia en la Oficina General de Policía en Peshawar pero jamás recibió respuesta. “Mi hijo era un estudiante brillante. Siempre iba a las clases de la universidad. Cómo es posible que estuviera en un campo de entrenamiento talibán. Esas acusaciones son falsas. Me uní al movimiento de Amina con la esperanza de que mi hijo sea liberado”, exclama Mehdi.

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