De “Mister 10 %” a nuevo presidente de Pakistán

Nawab Shah,, 08 de septiembre de 2008

Se podría hablar de las cientos de mujeres que pasaron por su alcoba, de las decenas de procesos por corrupción abiertos en tribunales paquistaníes y en otras partes del mundo, de los tomos que se podrían rellenar con su historial médico, pero, lo que se debería destacar, es que Ali Asif Zardari, cuyas ambiciones no eran, precisamente, políticas, de la noche a la mañana, ha logrado convertirse en el nuevo presidente de Pakistán, con el respaldo de la mayoría en el Parlamento.

Sus familiares y amigos le llaman “el Nelson Mandela de Pakistán” por ser el hombre que más tiempo ha pasado en las cárceles del país, sus compatriotas prefieren recordarle como “Mister 10%”, en referencia a las supuestas comisiones ilegales que cobraba.

Asif Ali Zardari, el viudo de la ex primera ministra asesinada, Benazir Bhutto, siempre estuvo a la sombra de su todopoderosa esposa, que quizás haya sido el líder político más venerado por todos los paquistaníes tras Muhamad Ali Jinnah, “Padre de la Nación”.

Bhutto legó a su marido la presidencia del Partido Popular de Pakistán (PPP), una formación desgastada tras la ausencia de su dirigente, que se autoexilió en 1999. La ex primera ministra regresó a Pakistán el 18 de octubre de 2007 para imponerse al general Musharraf y devolver la democracia al país. Pero el sueño de Benazir se frustró el 27 de diciembre pasado con el brutal atentado que acabó con su vida. Aquél trágico acontecimiento marcó el principio del fin de la era Musharraf.

Ante la mirada incrédula de los acólitos de Bhutto, su heredero político supo estar a la altura de las circunstancias y tomó las riendas del partido. En menos de dos meses Zardari logró que el PPP volviera a ser el partido más fuerte de Pakistán. Y en menos de un año le quitó su trono al enrocado presidente Musharraf. Los acontecimientos parecen dar la razón a quienes lo conocen bien  y afirman sin reserva que Zardari es el hombre “más inteligente y astuto” de Pakistán.

P1170613 [1600x1200]Para conocer al nuevo presidente de Pakistán hay que hablar de sus orígenes. Zardari nació el 21 de junio de 1956 en el seno de una poderosa familia de terratenientes de origen baluchi, en Nawab Shah, en el interior de la provincia de Sindh. El nombre de esta deprimida aldea rural, a 300 kilómetros de Karachi, con carreras sin asfaltar y un deficiente alumbrado público, paradójicamente significa “el Pueblo del Hombre Rico”.

El pequeño Zardari estudió dos años en el Convento Santa María, por entonces el único colegio privado en lengua inglesa de la aldea. Hoy este centro escolar ha cambiado mucho, en la época en que estudió el presidente sólo había dos aulas para albergar a todos los niños. Su directora, la madre Mariam, nos muestra orgullosa la clase y el pupitre donde se sentó el dirigente paquistaní. “Casualmente, los grandes líderes políticos del país han estudiado en las misiones cristianas”, dice satisfecha.

Su gran amigo de la infancia Anyum Shah, nos confiesa que desde niño Zardari demostró que “tenía las cosas muy claras” y “conseguía todo aquello que se proponía”.

Shah también destacó la lealtad de Zardari hacia sus amigos. Además, el presidente fue en su juventud un gran jugador de Polo, pasión que ha mantenido hasta hoy.

A los ocho años emigró con su familia a Karachi, la capital de Sindh, donde continuó sus estudios en el colegio “Saint Patrick”.  Éste fue el primer gran cambio en la vida de Zardari.  Sin embargo, la vida cosmopolita no le ha hecho renegar de sus orígenes baluchis. Nawab Shah es la tierra donde descansan para siempre sus antepasados y Zardari será enterrado junto a sus padres en el mausoleo familiar.

Residencia de Zardari en Nawab Shah [1600x1200]La residencia familiar, también sede del partido del presidente, es ahora un recinto amurallado con una torre de vigilancia. En estos días, los seguidores del PPP se afanan en reparar el muro que rodea la vivienda y la entrada para recibir al nuevo jefe de Estado.

En “Saint  Patrick” conoció a Babar Tajammul, con el que aún  mantiene una estrecha amistad. Tajammul recuerda que en sus tiempos de juventud Zardari era conocido en todas las discotecas de Karachi. “Aún hoy me sorprendo al ver como ese chico que era un bala perdida ha llegado a presidente de Pakistán”, manifiesta.

La persona que, realmente, cambió a Zardari y le hizo madurar fue Timy Bokhari, la segunda esposa de su padre Hakim. Timy, una intelectual adelantada a su época, fue quien preparó a Zardari para después forzar su boda con la hija del ex presidente Zulfiqar Ali Bhutto en 1987.

Entonces,  Zardari comenzó a aparecer en las páginas de sociedad por ser el yerno del ex presidente Zulfiqar Ali. Unos años después su nombre aparecía en las portadas de todos los periódicos por los escándalos de corrupción durante los dos mandatos de su  esposa, lo que le hizo ganarse el desprecio de sus conciudadanos.

Zardiri estuvo once años y medio en prisión. La primera condena, de tres años, fue entre 1990 y 1993, después de que cayera el primer Gobierno de Bhutto. En octubre de 1996, cuando su mujer fue de nuevo destituida, Zardari acabó de nuevo en la cárcel bajo cargos de corrupción por un período de ocho años y medio. Los simpatizantes del Partido Popular de Pakistán (PPP) creen que los cargos contra él tenían motivaciones políticas para presionar a Bhutto cuando ésta encabezaba el Gobierno.

En 2000, el viudo de Benazir decidió abandonar el país y se marchó a Estados Unidos.

Su pasado “dudoso” es pasado. “Zardari se merece que los paquistaníes le demos otra oportunidad”,  reclaman sus amigos.

La vida de Zardari no ha sido fácil. De sus 20 años de casado, más de la mitad los pasó en la cárcel. “Zardari a penas conoce a sus hijos y ahora que es viudo, toda la responsabilidad de sus hijos cae sobre él”, lamenta su  amigo.

Aunque se ha especulado mucho sobre la infeliz relación matrimonial de esta pareja,  en opinión de Tajammul, “Zardari respetó y admiró a su esposa”.

“Todo lo que es ahora, lo ha conseguido gracias a ella”, continúa su amigo, mientras añade preocupado: “espero que tanto poder no lo desvíe de su camino”.

El nuevo jefe de Estado ha asumido los mismos altos poderes que acaparó su antecesor, el ex general Musharraf, gracias a las enmiendas constitucionales introducidas en 2003. En virtud de ellas, Zardari podrá, con el visto bueno del Tribunal Supremo, disolver la Asamblea Nacional para convocar nuevas elecciones y, por lo tanto, destituir al Gobierno. Además, tendrá en sus manos el nombramiento del jefe del Ejército y  el Consejo Nacional de Seguridad.

El futuro de Pakistán está en manos de Zardari. Ahora habrá que ver si el heredero político de Bhutto cumple la promesa de eliminar las enmiendas constitucionales para devolver la Constitución de 1973 a su forma original y, con ello, asegurar la independencia judicial y la libertad de prensa.

Como explica M. I. Akbar, cónsul honorario de España en Karachi, superar uno de los periodos de mayor inestabilidad del país requiere paciencia. “Lo que los paquistaníes tiene que entender, incluido el ex ministro Nawaz Sharif -quien abandonó la coalición de Gobierno antes de la elección presidencial-, es que no se puede llenar de pronto un vacío constitucional de dos décadas marcadas por dictaduras”, afirma Akbar. “Hemos tardado 15 años en tener un presidente elegido libremente”, continúa,  al tiempo que precisa que el país necesita “al menos otro cinco años más para considerarse una democracia plena”.

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