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Civiles en armas para luchar contra Gadafi

Bengazhi, 16 de marzo de 2011

Miles de voluntarios están siendo entrenados para ir a luchar contra las fuerzas gubernamentales. Los oficiales desertores se han organizado en un comité militar revolucionario. Las escuelas, cerradas desde que comenzó la revolución, sirven de centros de entrenamiento militar.

Ayub tiene 16 años y está dispuesto a dar su vida por la liberación de Libia. “Me enrolé ayer (miércoles), después de ver en la televisión que centenares de voluntarios partían hacia Bregha”, explica el niño soldado que ha cambiado su cuaderno y libros de texto por un Kalashnikov. Ayub es uno de los miles de jóvenes voluntarios de Benghazi que se han alistado para ir a defender el territorio liberado del este.

La escuela de secundaria Salmani, cuyas aulas están vacías desde que comenzó la revolución,  se ha transformado en un centro de entrenamiento, donde militares rebeldes enseñan a los civiles a cómo utilizar un arma y las técnicas básicas de combate.

Benghazi han comenzado a organizarse militarmente, a medida que la situación amenaza con degenerar hacia una guerra, para crear un Ejército revolucionario, a contrarreloj y con medios limitados, pero con un entusiasmo conmovedor a la vez que utópico.

El pasado lunes, el flamante Comité militar de la revolución decidió abrir sus bases y sacar sus viejas y empolvadas armas para ofrecerlas al pueblo. En el cuartel de las fuerzas especiales Qar Yunis, los soldados, en servicio y de la reserva, engrasan las armas y las prueban, principalmente las baterías antiaéreas, que se emplearían para repeler un ataque desde el aire contra la región. Los entrenamientos a civiles se están llevando a cabo en varios centros educativos, porque es más seguro de proteger ante un inminente ataque de las fuerzas gubernamentales.

En el colegio Salmani,  no solo los jóvenes están tomando un curso acelerado de cinco días para convertirse en soldados, sino también algunos hombres ya entrados en sus 40 y 50 años. Todos acuden de forma espontánea sin otra cosa que ofrecer que su buena voluntad.

ejercitocivil [1600x1200]_webLos nuevos cadetes con aspecto precario, muchos con alguna prenda militar y pañuelo palestino se ponen en filas, mientras los oficiales los animan con arengas militares.

“Soy los hijos de la revolución del 17 de febrero. Vuestra sacrificio será recordado por las nuevas generaciones de la nueva Libia independiente”, se desgañitaba el capitán Sidi Huisein a falta de altavoz para animar al pelotón. “Allahu akbar (Dios es grande)”, respondían al unísono los rebeldes.

Ayman, de 22 años, enseña el Corán a los niños y ahora quiere servir a su país: “todavía no he aprendido a manejar un arma”, confiesa con expresión tranquila, pero dice no tener miedo. Yahmi, de 54 años, tampoco está asustado, a pesar de que su físico no parece estar preparado para una guerra, ya que utiliza muletas porque tiene polio desde niño. Sin embargo,  él dice que tiene “la fuerza suficiente para luchar”.

El teniente Ahmad Gibril, instructor en el uso de armas ligeras y disciplina militar asegura que “estamos preparados para todo, incluso para inmolarnos. No vamos a detenernos hasta acabar con el régimen”.

El General Sidi Husein uno de los responsables de este nuevo Ejército, que actualmente no podría repeler una ofensiva y, menos aún, llevarla a cabo, explica a este periódico  que su objetivo principal es proteger Benghazi y los alrededores, pero que se están preparando para todo, incluso para “intervenir en el resto del país o marchar hacia Trípoli en el caso de que fuera necesario”.

En estos momentos, poco podrían hacer los rebeldes del este para repeler un ataque que vendría principalmente por el aire. El control del espacio aéreo es fundamental en este punto, por ello la comunidad internacional está planteando el establecimiento de una zona de exclusión aérea en Libia para proteger a los civiles.

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