Del 11-S al 1-M, fin de la historia de Bin Laden

Abbottabad, 03 de mayo de 2011

En Abbottabad Osama Bin Laden está más vivo que muerto. Todos los vecinos quieren o tiene algo que decir sobre este gran acontecimiento. Seguramente, el enemigo número uno de Estados Unidos no era la mayor preocupación de los lugareños, pero ahora el hombre más buscado del mundo está en boca de todos.

La tranquilidad de esta bucólica localidad rodeada de montañas a sólo 150 kilómetros de Islamabad fue interrumpida  hace cuatro días tras el operativo estadounidense que eliminó al líder de Al Qaeda, en la residencia en la que se escondía desde hace cinco años. Las hélices de los helicópteros y las fuertes explosiones despertaron de golpe al vecindario. Desde aquel día los vecinos de Bilal Town se han convertido en el centro de atención de la prensa local y extranjera.

Y es que este tranquilo barrio de clase media, rodeado de huertos frutales, es más transitado que las Ramblas de Barcelona.

Los lugareños no daban crédito de la noticia. Nadie podía imaginarse que detrás de estos altos muros coronados de alambre de espinos albergaba la guarida del enemigo número uno de Estados unidos. El complejo, aislado al resto de las viviendas, apenas recibía visitas. Sus vecinos dicen que solo han visto a dos personas que frecuentaban la casa, y el resto de los huéspedes era todo un misterio. La residencia donde vivía Bin Laden se construyó en 2005 y sus dueños son dos hermanos de etnia pashtún, Akbar Khan y Rashid, de la localidad de Sharzada en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, explica Jusuf un militar retirado vecino de Abotabad que los describió como “personas muy reservadas”.

“Saludaban de forma escueta: Salam aleikum. Nada más” recuerda antes de explicar que los dos hermanos están junto con otros nueve detenidos, relacionados con la familia Bin Laden, bajo custodia de los servicios de inteligencia paquistaníes.

A pocos metros del bunkerizado complejo, rodeado por dos muros, uno en el perímetro de afuera y otro más bajo junto a la vivienda de dos pisos, se encuentra el aserradero de

Maser Yacub. Este vecino explica que la verja de entrada de la vivienda siempre estaba cerrada y alguna vez vio a “tres hermosos niños jugado afuera en el parque”.

“Aún no me creo que Bin Laden viviera aquí. Todos los días paso por delante de esta vivienda”, exclama Yacub.

Su compañero Korshit, animado por la conversación con la periodista, opina que la operación de caza y captura “podría haberla hecho la propia Policía. Si Osama hubiera estado en esa casa las fuerzas de seguridad podrían haberlo detenido, sin necesidad de helicópteros apaches y soldados estadounidenses”.

A solo dos kilómetros de aquí esta la academia de Kakul, puntualiza el vecino: “este lugar es muy seguro y protegido, lo que más hay aquí son oficiales”.

“Todo esto es una comedia. Una conspiración de Estados Unidos para avergonzar a Pakistán”, critica el doctor Taker, cuya clínica está muy cerca del recinto fortificado que servía de guarida a Bin Laden.

Así mismo denuncia que la historia publicada en la BBC sobre un niño de 12 años llamado Ahmad, que jugaba con los hijos de Bin Laden es “falsa”. “Los periodistas le pagaron al padre del niño unas 5000 rupias (unos 40 euros) por inventarse la historia”, asegura Tarek.

Ayer, la prensa internacional estaba autorizada a visitar el bunker de los Bin Laden pero tras horas de espera, finalmente las fuerzas especiales desplegadas en los alrededores de la vivienda solo permitieron a los periodistas acercarse al perímetro de fuera. Junto al complejo amurallado un edificio en construcción sirvió de terraza para que la prensa admiráramos las vistas del secreto mejor guardado en Pakistán. Hasta donde alcanzaba la vista se podía observar unas paredes ennegrecidas por el humo de las explosiones y montañas de escombros, últimos vestigios de los combates que dieron muerte al líder de Al Qaeda.

 

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