Camioneros III

Camiones bajo boicot

Pishakhara, , 01 de diciembre de 2011

Cientos de camiones de carga y tanques de combustible permanecen bloqueados en varios tramos de la carretera que atraviesa el legendario paso de Khiber, la principal ruta de los suministros destinados a las tropas extranjeras en Afganistán. El Gobierno de Islamabad ha decidido cerrar de forma indefinida sus cruces fronterizos en represalia por el ataque de la OTAN que acabó con la vida de 24 soldados paquistanís el pasado fin de semana.

 

A la situación de caos en la frontera se suma la inseguridad de los transportistas, vulnerables a los ataques de los insurgentes. El año pasado unos 150 camiones fueron atacados por milicianos después de que las autoridades paquistanís cerraran el cruce fronterizo durante 10 días tras un incidente similar en el que murieron tres soldados paquistanís en un bombardeo de la OTAN.

Zarsha no quiere que el pequeño Nasim sea camionero como él. “Me gustaría que mi hijo fuera al colegio para ofrecerle un futuro mejor”, anhela este conductor pashtún, de 28, que lleva más de media vida al volante de un camión.

Este camionero gana un sueldo de unos 132 dólares al mes y 30 extra por cada viaje de ida y vuelta a Kabul. Zarsha anhela juntar suficiente dinero para, un día, comprarse un camión y poner a otros a trabajar para él. “Estoy harto de este trabajo; es muy duro, pero es el único ingreso para mi familia”, lamenta el camionero, que asegura que no le da miedo viajar por esa peligrosa carretera porque “estamos inmunizados contra la violencia”.

CamionesIComo la mayoría de transportistas que cubren la ruta entre Peshawar -capital de provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KPk)- a Kabul, Zarsha es un refugiado afgano de la etnia pashtún. Únicamente, se permite a los camiones con matrícula afgana cruzar por el paso Khyber, principal vía de suministros de las tropas de la OTAN desplegadas en Afganistán.  Los contenedores metálicos con provisiones para las fuerzas internacionales en suelo afgano llegan por vía marítima a la ciudad portuaria de Karachi. Desde allí, son transportados por carretera en vehículos de gran tonelaje que recorren cerca de 1700 kilómetros hasta las terminales de transporte, situadas en la “Ring Road” de Peshawar. En las terminales de abastecimiento de la OTAN se almacenan los contenedores para ser de nuevo cargados a otros camiones que recorren los últimos 56 kilómetros hasta localidad fronteriza de Torkham, donde se encuentra el legendario paso de Khyber. Este tramo se ha convertido en el más peligroso para los camiones de mercancías que se dirigen a Kabul, pues tras abandonar Pishtakhara,  último municipio de Kpk, uno se adentra al conflictivo cinturón tribal, donde ni el Ejército ni el Gobierno central tienen el control.

Los camioneros pashtunes corren el peligro de los insurgentes talibanes incendien los camiones durante la noche si paran a descansar en el camino. Ahora, las autoridades paquistaníes han cambiado de estrategia para evitar los ataques y han prohibido a los camiones circular por la noche. No obstante, las terminales de Peshawar se han convertido en el blanco de atentados y ataques de los rebeldes como respuesta a las operaciones del Ejército paquistaní en las áreas tribales del noroeste del país o los combates entre las fuerzas extranjeras y los talibanes en el sur de Afganistán.

En el último tramo hacia Torkham se ve a ambos lados de la carretera cientos de contenedores y camiones incendiados, enormes explanadas que parecen cementerios de vehículos. En lo que va de año unos 200 camiones han sido atacados a las afueras de la capital de KPk. “Hace dos semanas perdí tres de mis camiones en un ataque talibán”, se queja Abdul Gami, dueño de una flota de vehículos de gran tonelaje.

“El problema es que sólo hay cinco de cuarenta terminales, que están registradas y cumplen con las medidas de seguridad”, critica Amal Said, gerente de Pyramit Logistics Peace Land. “Está protegida durante las 24 horas del día”, continúa Said, mientras agrega que los dueños de las otras terminales se quedan con parte del dinero que pagan las potencias extranjeras para asegurar los camiones de abastecimiento de la OTAN. “Hay mucha corrupción en este negocio. Por cada contenedor se paga unos 450 dólares, y el ochenta por ciento de las terminales son ilegales y no cuentan con la protección de las fuerzas de seguridad”, puntualiza el gerente de la terminal.

 

 

 

 

 

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