Y también la Policía se suma a las protestas de Bahrein

Manama, 07 de marzo de 2011

La revolución bahreiní tiene tres nuevos héroes. Los tres policías que se sumaron ayer a las multitudinarias protestas que se celebraron en la Plaza de la Perla de Manama.

A las cuatro de la tarde cuando no cabía ni un alfiler en la plaza, los agentes aparecieron entre la multitud y fueron llevados en volandas por varios manifestante hasta una tarima, los presentes les vitoreaban.  Ramos de flores, palabras de agradecimiento y lágrimas de emoción envolvieron ese momento mágico, que ha dado un giro a la revolución. El gesto pacífico y de apoyo a las demandas de los manifestantes, inundo de esperanza a los centenares de miles de bahreiníes que piden el cambio.

El empeño de los manifestantes de no abandonar la plaza hasta que caiga el Régimen, está pudiendo más que la obstinación del monarca sunita a aceptar su partida. En un intento para apaciguar la ira de oposición chií, el rey Hamad al Jalifa, ordenó ayer la liberación de decenas de prisioneros políticos y la suspensión de las demandas judiciales interpuestas contra ellos. Entre los posibles indultados, se encuentra el líder chií en el exilio, Hasan Mushaima, una prominente figura de la oposición y presidente del partido Al Haq. Ayer hubo mucha expectación por el regreso de Mushaima que iba a dar un discurso en la Plaza de la Perla, pero el líder opositor retraso su vuelta para hoy por problemas con el vuelo.

El “noble” gesto del monarca no contentó a la gran mayoría de opositores que exigen la liberación de “todos los presos políticos”, señaló Abdel Wahib Hussein, líder del partido chií Al Wafa.

Para el activista por los Derechos Humanos, Mohamed Ali Maskati, la decisión de Al Jalifa “no es suficiente sino se toman otros pasos”. Entre ellos, que se juzgue a los responsables de la fuerzas de seguridad implicados en la represión de las protestas.

Según la Asociación de la Juventud Bareiní para los Derechos Humanos, que preside Maskati, se calcula que en las cárceles del pequeño reino del Golfo hay unos 450 presos políticos, muchos de los cuales “han sido torturados sistemáticamente,  e incluso violados”, denunció el activista.

Yasmine Ali, sabe muy bien de lo que habla Maskati. Esta joven manifestante de 22 años, tiene a sus tres hermanos en la cárcel desde el pasado mes de agosto cuando las autoridades llevaron a cabo una redada para detener a “supuestos” terroristas chiíes que estaban planeando atentados contra el régimen.

“Dos de mis hermanos están sentenciados a cadena perpetua y el tercero aún pendiente de juicio”,  lamentó Yasmine, antes de asegurar que sus hermanos “nunca han tenido ningún contacto con grupos integristas”.  “No me iré de aquí hasta que mis hermanos sean liberados y las fuerzas de seguridad llevadas ante la justicia”, sentenció la manifestante.

Ayer se celebró también el funeral de Abdul Reda, de 32 años, fallecido la noche del lunes tras recibir un disparo en la cabeza durante el desalojo de la plaza por el Ejército el pasado viernes. Más de 25.000 personas acudieron a Malakiyya, la aldea natal de Reda, para rendir homenaje al último mártir de la revolución. Este pueblo de pescadores se vistió de negro, no solo por el duelo, sino también por el color que representa a los chiíes.

“Estoy muy feliz porque mi marido ha sacrificado su vida por la liberación de Bahrein. Pero al mismo tiempo, triste porque ya no verá crecer a sus tres hijos”, declaró con la mirada tranquila y voz pausada, Akila Sayed Mahdi, viuda de Reda. Su casa se convirtió en un ir y venir de mujeres cubiertas con la abaya (túnica) negra que lloraban, rezaban y gritaban consignas contra el monarca Al Khalifa, al considerarlo responsable de la muerte de los manifestantes en manos de las fuerzas de seguridad.

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