Tiempo de reconstrucción en Somalia
Mogadiscio, 24 de enero de 2007
Todos trabajan en la capital, contra el calor y la miseria, para recuperar sus casas ? El Ejército etíope se repliega mientras el Gobierno de transición busca un edificio en pie para instalarse
El abandonado cuartel general de las fuerzas aéreas somalíes, al sur de Mogadiscio, recuperó ayer por unas horas su gloria militar. En aquel paraje desértico donde estuvo la antigua base aérea de Afisyoni se concentraron 5.000 soldados de las tropas etíopes acompañados por sus altos mandos militares y el ministro del Interior somalí, Husein Mohamed Aidi.
El Ejército etíope ayudó al Gobierno de transición somalí a recuperar el control del
país después de expulsar a los combatientes de los tribunales islámicos de
Mogadiscio.
En agradecimiento, Aidí dijo: «El heróico Ejército etíope apoyó al Gobierno de transición para llevar al país a la normalidad después de 16 años de
violencia».
Y añadió: «La retirada de las tropas etíopes muestra que no tenían ninguna intención política y sólo se habían comprometido con la estabilización de Somalia. Siempre dijimos que las tropas etíopes abandonarían Somalia en cuanto las tropas somalíes fuesen capaces de asumir su seguridad». «Un tiempo -estimó Aidi- que ya ha llegado», dado que las fuerzas somalíes asumen «eficazmente» la seguridad de su país.
La ceremonia austera marcó el inicio de la retirada de las tropas etíopes, después de permanecer un mes en la capital. Con más pena que gloria, unos 700 soldados subieron a unos cincuenta camiones para abandonar el lugar y dejaron tras de sí un rastro de polvo como el que dejan los caballos a galope. La población civil, atareada con sus cosas, miraba con sorpresa y desconfianza al convoy militar que atravesaba carreteras estrechas y sin asfalto.
Parece, al fin, que la situación en Mogadiscio se normaliza. Desde hace dos semanas el Gobierno de transición se ha trasladado a la capital, aunque todavía está sin oficinas. Muchos somalíes de Mogadiscio han puesto las expectativas en ese nuevo Gobierno porque «no hay alternativas». Así lo explicó Omar Awis, encargado del servicio de limpieza de la zonas devastadas y abandonadas desde hace 16 años por estar fuera de la «línea verde». «Necesitamos un Gobierno para poder tener un verdadero Estado», dice con desesperación Awis.
El centro de la ciudad, cuyos edificios devuelven a la memoria la época colonial de Italia, ha empezado a limpiarse. Grupos de mujeres y hombres de diferentes partes de Mogadiscio recogen los escombros de las calles para empezar a rehabilitar el barrio de «Hamar Waini», donde se trasladará el futuro Gobierno.
Esta iniciativa comenzó cuando la Unión de Cortes Islámicas ganó el poder a los Señores de la Guerra y restablecieron la seguridad en la ciudad. Pero a partir de junio pasado, la violencia volvió a reinar en las calles y se suspendieron las actividades por la inseguridad. Ahora, estas personas trabajan de forma gratuita en la reconstrucción.
«Tenemos la esperanza de que cuando nuestro país sea seguro y acabemos de reconstruirlo, el Gobierno nos pagará por todo este esfuerzo y trabajo», asegura Nadifa Sheij Hassen, mientras endereza su espalda después de recoger del suelo trozos de ladrillo de una pared derrumbada.
«La integración de la gente en las zonas desabitadas es parte del proceso de
rehabilitación de la ciudad», explicó.
«La gente tiene que volver a vivir aquí, porque éstas son nuestras casas. Sólo nosotros podemos devolverle la seguridad y acabar con la violencia de Mogadiscio» puntualiza Nadifa.
«Tenemos que ayudarnos unos a otros. Hay mucha gente que no tiene nada , ni siquiera puede comprarse ni una botella de agua para beber por el fuerte calor, y aún así, viene a ayudar a limpiar».
En la lonja del pescado, junto a la playa de Lido, los pescadores exhiben sus piezas en lujosos restaurantes abandonados de una playa maravillosa, y los venden al precio que lo quieran comprar. «No es una venta ilegal; los precios no están regulados, como tampoco hay Policía que pueda requisarnos. Sobrevivimos de la mejor manera que podemos», reivindica Mohamed Mohlik.
