Nueva jornada de llanto y rabia por las intervenciones de la OTAN

Bengasi, 08 de abril de 2011

Unas manos temblorosas se aferraban a una fotografía de Hasam Suleiman El Khadiki. Las lágrimas recorrieron el rostro de uno de sus hijos,  mientras Bengasi se preparaba para la oración del viernes. La plegaria de ayer se convirtió en una jornada de luto,  marcada por la sangre que de nuevo han dejado los errores de la OTAN.

Miles de personas se congregaron el la céntrica plaza de Al Mahkama de Bengasi para ofrecer sus oraciones a los muertos del fatal ataque de la Alianza Internacional contra tanques y vehículos rebeldes que ocurrió el jueves cerca de Brega. La muchedumbre acogió los restos de los caídos como héroes mientras el sol recordaba con dureza la pérdida. Un desfile de ataúdes inundó la plaza. La solemne oración dio paso a un desfile de gritos, llantos y desesperanza. Los familiares cargaron en sus hombros los pesados ataúdes mientras las ráfagas de metralletas enmudecían de nuevo la capital rebelde. La comitiva fúnebre se arrastró lentamente entre las calles mientras una consigna se repetía al unísono: “La sangre de los jóvenes es la sangre de los mártires”.
Un grupo de estudiantes de medicina se amparó entre una hilera de militares que habían venido a honrar a sus compañeros. Poco importa que la OTAN los confundiera con tropas gadafistas, o con imaginarios tanques revolucionarios. Las lágrimas de Bengasi volvieron a teñir de sangre la amarillenta tierra que desprende Libia mientras se difuminan en el horizonte las buenas intenciones de la resolución 1973.

Dicha resolución nació con el objetivo de proteger a la población civil, pero la falta de objetivos políticos y la indecisión por los intereses contrapuestos de las potencias internacionales empiezan a hacer mella en los ánimos de los rebeldes.

Hasta la fecha los bombardeos internacionales sobre Libia suman más de cien civiles muertos, decenas de heridos.

“Qué está haciendo la OTAN. Desde hace días esperamos su ayuda mientras las ciudades van cayendo como castillos de dominó. Y ahora este error” denunció a ARA un amigo de Sala Al Wari, uno de los conductores muertos de la ambulancia destrozada por la Alianza. “Sala Al Wari sólo intentaba ayudar. Ha caído por ayudar a su pueblo”, exclamó su compañero.
Los familiares de Jamal Abdul Karim se fundieron en abrazos de tristeza y dolor. Abdul era aviador, desde el primer día del levantamiento popular abandonó al Ejército de Gadafi para estar cerca de la gente y renunció a sus insignias militares para que no hubiese distinción con el resto de rebeldes en el frente. “Luchó y murió como un rebelde”, arengó Ismail Kadiqui, otro militar desertor.

En la línea del frente, las fuerzas insurgentes enviaron ayer grupos de reconocimiento al puerto petrolero de Brega para determinar si las fuerzas gadafistas han aprovechado el errático bombardeo la OTAN para avanzar hacia estratégica ciudad de Ajdabiya, a la que se aferran los rebeldes para evitar que las tropas del coronel puedan tomar la capital rebelde y las instalaciones petroleras de Tobruk, cercana a la frontera egipcia.

Los rebeldes consiguieron contener ayer el avance de los gadafistas sobre Ajdabiya, que fue bombardeado el jueves con artillería pesada del régimen. Y van pintar de rosa fuerte los frontales del las “pick up” para poder ser reconocidos desde el aire.

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