Los zombies invaden Pakistán
Islamabad, 02 de mayo de 2010
Con una imaginación rebosante, rozando el límite de lo diabólico, Omar Ali Khan es capaz de saciar los estómagos más golosos con postres de abundante chocolate, a la vez que provocar nauseas con imágenes repugnantes de vísceras, mutilaciones y mucha, mucha sangre.
Su obsesión es el chocolate negro y su pasión, la sangre. Considerado un excéntrico por la sociedad tradicional paquistaní, Khan compagina su negocio, The Hot Spot Café, con su hobby: escribir y dirigir películas de terror. A sus 43 años se ha convertido en el padre del género “gore” en Asia central con su primera producción de cine digital “Zibahkhana (La Tierra del Infierno)”.
La trama parte de un típico ingrediente de las películas de terror de la década de los setenta: un grupo de cinco adolescentes que sin el permiso de sus padres se escapa para asistir a un concierto de rock a las afueras de Islamabad. En el trayecto se desvían por una carretera secundaria y se pierden en un bosque. Anochece. Entonces, un ejército de zombies sedientos de sangre -que se han infectado con agua contaminada de un río- aparece entre los árboles y ataca la camioneta de los jóvenes. El grupo consigue escapar del lugar y, sin saberlo, se dirige a su funesto destino. El asesino de la burka espera impaciente a sus víctimas para matarlas y descuartizarlas. Primero, el psicópata sanguinario les asestará un golpe seco en la cabeza con una maza y después seguirá apaleando brutalmente el cuerpo de los chicos hasta saciarse con el olor de la carne y la sangre de los sacrificados. Solamente Ayesha, la devota y buena chica, consigue escapar de las garras del asesino. Tras recuperar el aliento y la serenidad, le quita la maza y, con una fuerza casi sobrenatural, lo mata.
Zibahkhana es un homenaje más a la película de culto “La Matanza de Texas”, dirigida en 1974 por Tobe Hooper, y, como no podría ser de otra manera, Khan cambia la máscara de cuero por una burka tras la que se esconderá el macabro asesino en serie de Pakistán.
El cineasta no oculta su orgullo cuando habla del éxito del proyecto, que no tenía fácil ni franquear la censura ni atraer a un público familiarizado con el colorista y musical cine indio. No obstante, Khan se refiere al éxito “personal, no al económico”, pues el filme se proyectó durante once semanas en “Cineplex” Rawalpindi -el único complejo de cines en Islamabad- y recibió una “insultante” suma de dinero por parte de la compañía.
La idea de hacer su primer largometraje de terror surgió en un encuentro con Pete Tomb, dueño de Mondo Macabro, en el Festival de Cine fantástico de Sitges en 2007. “Mi guión le gustó mucho y me propuso que siguiera adelante con la película”, recuerda.
Khan tuvo que poner 60.000 dólares de su propio bolsillo para financiar la producción. “Me canse de llamar y de esperar a que la puerta se abriera”, señala el cineasta.
En un mes y medio grabó todas las escenas de la película con una cámara digital y con actores nobeles, a excepción del célebre actor Rehan, que protagonizó una versión musical de Drácula, (Zinda Lash) en 1962.
Según el artista, el renacimiento de la industria del cine paquistaní “no es más que mera propaganda”. “No es que nuestro cine esté en crisis, sino que murió hace varias décadas”, insiste Khan, mientras explica indignado que se siente impotente ante la falta de apoyo a proyectos culturales por parte del Gobierno paquistaní.
Además, continúa el cineasta, Lollywood –la industria cinematográfica paquistaní- no puede competir contra Bollywood, el centro de los estudios cinematográficos de India. “Es más fácil vender los derechos a una productora de Bombay que intentar encontrar financiación en Pakistán”, lamenta Khan.
A pesar de las dificultades y la falta de recursos económicos suficientes para financiar un nuevo proyecto, el cineasta está preparando otra película que aúna varias historias de terror con un formato similar al de la clásica “Tales From The Crypt” (Historias de la Cripta).
