Mosul Dispatches

Los últimos 200 metros para la libertad

Mosul (Irak), 20 de junio de 2017

“¡Amerika, Amerika!”, grita afligido un hombre, a la vez que arrastra una enorme bolsa de plástico negra, ayudado por un voluntario de la Defensa Civil. Detrás de él otra pareja de voluntarios camina sobre los escombros agarrando con fuerza otra bolsa negra.  Tras depositarlas en el suelo y recuperar el aliento, el hombre, que se hace llamar Mohamed Yunes, nos dice: “aquí traigo los cuerpos de mi padre y mi madre. Un bombardeo de la coalición internacional los ha matado”.

Los padres de Yunes fueron rescatados de debajo los escombros de su vivienda después de llevar dos días muertos.  Los cadáveres se encuentran en estado de descomposición por lo que dejan un olor insoportable.

Mosul DispatchesUn goteo de personas va llegando poco a poco con paso abatido y rostro aturdido. Son familias que han logrado huir después de que las tropas de élite de la “Golden División” del ejército iraquí se hiciera con el control de la histórica mezquita Al Nuri, que dinamitó el Estado Islámico hace dos semanas. Apenas doscientos metros les separan de las llamas del infierno en el que se ha convertido la última batalla para recuperar el casco antiguo de Mosul. Un superviviente describe que en los últimos cuatro días han estado encerrados en su casa custodiados por “tres francotiradores en los tejados y dos suicidas en la entrada” para impedir que huyeran.  “En la madrugada oímos el traqueteo de los tanques acercándose y gracias a Dios venían a liberarnos”, explica un hombre de mediana edad, que con la ayuda de los voluntarios de Defensa Civil pudo huir con su hija parapléjica, tres niños pequeños y su mujer embarazada.

El trayecto es tan difícil como la huida ya que todo el camino está plagada de minas y artefactos explosivos.   Al llegar al punto de control del Ejército algunas mujeres rompen a llorar de alegría al ver que por fin se encuentran a salvo, mientras un grupo de niños se pelean entre ellos para ser el primero en beber agua.  Parece una escena sacada del Apocalipsis de viviendas arrasadas mientras se escucha cada vez más intensas y cercanas las explosiones. Algunos morteros impactan a menos de 100 metros por lo que aún están en peligro.

La odisea todavía no ha terminado. Una vez en zona segura, después de beber agua y tomar un refrigerio, al grupo de civiles se los llevan a un centro de investigación antes de dejarles libres para que puedan ser trasladados a los campos de refugiados.

Bajo una carpa de plástico, el único lugar a la sombra con una temperatura de 51 grados, esperan  sentados, hacinados entre si, a que un oficial les llame uno a uno para interrogarlos. El proceso puede alargarse horas mientras permanecen sin poder moverse bajo el sol.

Mosul Dispatches“Gracias, gracias por salvarnos”,  exclama alzando los brazo con gestos teatrales uno de los vecinos que acaba de salir  de la ciudad vieja de Mosul. Su exagerado entusiasmo está condicionado por temor a que los militares le coloquen en el grupo de sospechosos.

“Hemos sufrido mucho. Estos últimos días han sido un infierno. No obligaron a permanecer en las casas sin agua, electricidad y apena comida. Estábamos condenados a morir o en un ataque aéreo o de hambre o por disparos de francotiradores del Estado Islámico”,  explica Hariyah, de 60 años.

Otro vecino cuenta que el 5 de junio, cuando comenzó la ofensiva en la ciudad vieja, las familias del EI fueron llevadas a otro lugares seguros y a los civiles les obligaron a permanecer en sus casas para ser usados como escudos humanos. “Si intentabas marcharte te retenían y nos amenazaban con poner en la puerta de casa un coche suicida”, advierte un chico de 20 años mientras espera su turno para ser interrogado por los agentes.

Ahmed, que vive en frente de la Mezquita Al Nuri fue testigo de la destrucción de la mezquita de Al Nuri y su minarete de inclinado. “Eran las 10.00 de la noche y estaba asomado a la ventana y vi un fuerte resplandor y después una serie de explosión. Si hubiera sido un ataque aéreo, primero se habría oído el zumbido del avión y segundo habría derribado de un solo golpe el minarete, y yo oí varias explosiones seguidas ”,  sentencia.

A pesar del entusiasmo del primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, que ha anunciado antes de hora la liberación de Mosul, todavía quedan atrapados alrededor de “30.000 civiles y doscientos yihadistas por abatir”, explica a ARA el teniente Idris de la unidad de Diyala de la “Golden Division”.  En realidad, el EI ya solo controla menos de un kilómetro cuadrados pero es una zona densamente poblada con callejones tan estrechos que “no caben más de dos soldados juntos”, describe el teniente Idris, cuyo batallón lleva más de 20 días luchando a 50 grados y durante el mes de Ramadán.

“Hemos acabado exhaustos después de Ramadán. Ahora hemos recuperado fuerzas y estamos preparados para luchar hasta el final”,  asiente. “Ésta será una lucha difícil, cuerpo a cuerpo, que causará bajas militares y se alargará por unas semanas”, asegura el comandante.

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