Los activistas, el arma más peligrosa contra el régimen sirio

Beirut, 27 de julio de 2012

“El régimen utiliza hackers rusos para rastrear correos electrónicos y paginas web”, denuncia Jad, de 23 años, especialista en soporte técnico en Internet.

“A veces nuestro trabajo es más peligroso que el de los propios combatientes del Ejército Libre de Siria. Los activistas somos el blanco principal de las fuerzas de seguridad”, advierte Jad.

Este universitario de filología inglesa, de la ciudad vieja de Homs, llegó a Trípoli hace cuatro meses, porque “era imposible seguir allí”. “Cuando comenzó la operación de las fuerzas gubernamentales en Bab Amr (marzo 2011), toda la ciudad está sitiada, no habían barrios seguros y era imposible moverme de mi casa”, continúa Jad,  mientras explica que decidió marcharse al Líbano para poder seguir ayudando a la revolución.

“La informática siempre ha sido mi pasión. Nunca pensé que mis conocimientos iban a ser tan útiles para la revolución”, declara el activista que ha enseñado a cientos de jóvenes opositores a poder colgar videos en You Tube, blogs y páginas web sin que las autoridades controlaran los contenidos publicados en internet.

En Siria, las conexiones de internet están restringidas, continúa Jad, mientras agrega que “tanto Facebook , Twitter, YouTube, y Skype están bloqueados”.

En las pocas zonas donde las conexiones a internet funcionan, en Alepo o Damasco, los activistas tienen que acceder desde otra dirección de IP para no ser detenidos.

En el resto del país, donde están cortadas las comunicaciones, sólo funciona la líneas de teléfono local , los activistas han creado unos “centros de prensa” y utilizan internet vía satélite.  Estos costosos aparatos llegan a través del Líbano o  Turquía desde Europa y son financiados por “hombres de negocio sirios que viven en el extranjero y también Qatar y Arabia Saudita nos proporcionan teléfonos satélites, cámaras de video y ordenadores”, asegura Jad.

Este técnico en informática ha instalado alrededor de 30 conexiones de internet por satélite para diferentes centros de activistas en Homs, Hama y Deraa.

Todo el material tecnológico entra de forma ilegal, a través de rutas secundarias en la frontera que utilizan los traficantes.

Su compañero Rami, también de Homs, se dedica a recoger los envíos que llegan del extranjero, a la vez que hace de enlace entre las redes que pasan todo tipo de suministros a Siria y los activistas.  “Yo mismo he transportado 11 antenas satelitales con sus recibidores a Qusayr (en la provincia de Homs)”, declara orgulloso. “Empecé repartiendo octavillas para convocar a las manifestaciones contra el régimen. Un día me encontré en Homs a activistas de AVAAZ, una plataforma con sede en EEUU, y me propusieron colaborar con ellos desde el Líbano.

“Las redes de activistas sirios estamos perfectamente coordinadas. Al principio, no era así”, indica Rami, antes de agregar que detrás de ellos hay varias organizaciones internacionales.  AVAAZ tiene una oficina en Beirut y coordina con los activistas el envío de ayuda humanitaria, principalmente medicinas, soporte técnico de internet, o cursos de formación para mejorara sus actitudes profesionales.

Hace una semana organizó un curso para diez cámaras sirios de diferentes ciudades rebeldes en un lujoso hotel en el centro de Beirut. “Elegimos este hotel porque el dueño es de confianza y apoya la revolución”, matiza Rami, que confiesa que “los activistas no estamos seguros en Beirut. Han detenido a algunos compañeros”.

AVAAZ corrió con todos los gastos desde la habitación de hotel, la pensión completa, la salida ilegal desde Turquía, el visado y los billetes de avión.

Ahmad Khalik, de la localidad kurda de Qamishly, es uno de los cinco realizadores del documental “Azadi” (Libertad, en Kurdo) sobre el activista parapléjico Abdel Salam Ozman,  que ganó el “Halcón de Plata” en el Festival de Cine Árabe de Rotterdam.

“Es muy peligroso enseñar a los activistas dentro de Siria. Un grupo de más de cinco personas podría levantar sospechas. Por eso, contacté a AVAAZ para que nos ayudara a organizar el curso fuera de Siria”, explica el joven director.  “Mi objetivo es que aprendan a hacer un trabajo más en profundidad, desde un ángulo más humano. Que no se queden únicamente con las escenas de sangre, de cuerpos desmembrados y  depósitos de cadáveres”, detalla Khalik.

La organización “Institute for War and Peace Reporting (IWPR)” también tiene su sede en Beirut. Aunque con mayor secretismo, por sus malas experiencias con la prensa, IWPR ha formado a 140 activistas sirios para la trasmisión segura de información,  a través de la encriptación de datos en Internet, la elección de una contraseña altamente protegida para la cuenta de correo electrónico, o cómo borrar todos los contactos del teléfono móvil antes de ser requisado por las fuerzas de seguridad.

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