SIRIA

Lataquia, la batalla definitiva

Jabal Akrad, 16 de diciembre de 2012

Los rebeldes controlan gran parte de Jabal Akrad, -la cordillera montañosa noroccidental que divide la provincia de Lataquia, Idlib y Hama-. En estas estratégicas montañas se juega el futuro de Siria, ya que todo apunta a que al final el país se dividirá, y la región de la costa occidental entre Lataquia y Tartus será el futuro hogar de los alauíes, la comunidad religiosa a la que pertenece el presidente Bashar al Asad.

La paulatina liberación de Jabal Akrad empezó a penas unos meses atrás.  Hasta el mes de junio los rebeldes no consiguieron romper el cerco de esta blindada provincia, cuna de la familia Asad. Los rebeldes han liberado Salma, a solo 60 kilómetros de la ciudad de Lataquia, y ahora preparan una ofensiva para recuperar  Al Haffe, la segunda ciudad suní más poblada, con 100.000 habitantes.

Poco se ha hablado de la masacre de al Haffe, donde en un solo día, el 12 de junio, las fuerzas de Asad y los shabihas (matones del régimen) mataron a sangre fría a más de un centenar de personas en esta localidad, de mayoría suni.

Con la toma del puesto militar de Zaini, en la carretera general que conduce desde Lataquia a Alepo, los rebeldes han cortado la ruta de suministros de las fuerzas de régimen.

Los feroces combates por la toma de Zaine y la vecina Bidama, el pasado mes de octubre, a penas duró 30 minutos.  “Éramos entre 300 y 400 combatientes y enfrentaron a 800 soldados y mataros a cincuenta”, relata Mohamed Al Wasir, rebelde de las montañas de Lataquia.

Cuando los soldados se sintieron acorralados, “muchos de ellos huyeron y otros tantos fueron capturados”, continúa el rebelde, que añade que entre sus filas hubo 20 bajas, la mayoría murieron en la explosión del garaje donde estacionaban los camiones del ejército , tanquetas y grúas militares.

“Habían plantados explosivos y los activaron por control remoto cuando entramos allí”, detalla Al Wasir. Las tropas sirias dejaron un mensaje de advertencia sobre los muros del aparcamiento: “Volveremos otra vez con nuestros aviones”.

Los rebeldes guardan como trofeos de guerra cajas de municiones vacías, casquillos de 14 milímetros para las ametralladoras antiaéreas, y de 50 milímetros para las ametralladoras de los tranques.

Todas las aldeas que han sido liberadas en Jabal Akrad viven el infierno diario de los bombardeos del régimen. Desde bidones de TNT arrojados desde helicópteros, a fuego de mortero y RPG, que han hecho que la mayoría de los vecinos hayan decidido abandonar sus hogares y marcharse a los campamentos abarrotados del sur de Turquía.

En Serminia, una de las localidades más castigadas por los morteros del régimen no queda ni un alma. Esta localidad fue en la antigüedad centro de peregrinación de los primeros cristianos. La aldea está coronada por el monasterio de Al Sermani , enclavado en una montaña, donde se refugió Mar Marón (350-410 D.C), fundador de la Iglesia cristiana de los maronitas. Según la leyenda popular 500 monjes de la orden vivieron allí y tenían gallinas que ponían huevos de oro. Ahora solo quedan rocas erosionadas con el tiempo y cuevas que se han convertido en el refugio de milicianos del ELS que vigilan desde las montañas los movimientos de las tropas enemigas.

Unos kilómetros más arriba, subiendo estás empinadas carreteras de montaña, se encuentra la aldea de Duar Akrad, que ha corrido la misma suerte. La población no supera las cincuenta personas, la mayoría rebeldes y algún que otro anciano que ha decidido permanecer allí.  Todas las noches, los soldados del régimen apostados en un puesto de control en la falda de la montaña saludan a los aldeanos con una ristra de cohetes. El último que impactó en Duar Akrad, y que fuimos testigos, destrozó el generador de la electricidad, dejando medio pueblo a oscuras.

El ejército rebelde de Jabal Akrad nació Kabani. Unos 16 oficiales desertores permanecimos escondidos en casa de Um al Zuar, (la madre de los rebeldes), durante tres meses y contactaron con jóvenes de la zona para que los ayudaran. “Con sólo 40 hombres liberamos en un día Kabani. Sólo teníamos seis kalashnikov y el resto eran escopetas de caza. Esperamos a que los shabihas y las fuerzas de seguridad salieran del pueblo y les hicimos una emboscada”, ”, explica orgulloso el teniente coronel Abu Ahmad. A partir de entonces, -continúa-, “la gente de Jabal Akrad comenzó a confiar en nosotros y formamos decenas de batallones”.

A pesar del entusiasmo, el coronel rebelde reconoce que su ejército no cuenta con muchos medios. “A través de Qatar y Arabia Saudita,  el CNS está pagando un sueldo de unos 200 dólares y suministrando armamento y provisiones a los rebeldes que están luchando en otras provincias, pero a nosotros no nos dan nada porque quieren debilitarnos para que nos marchemos y así la zona quedará libre para crear un estado alauita en Lataquia”, denuncia Abu Ahmad.

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