Las otras víctimas de Gadafi

Bengasi, 03 de abril de 2011

A Zuriya Mustafa, de 23 años, se le quebró la mente como un frágil cristal. La madrugada del 22 de febrero las tropas gadafistas bombardearon con artillería pesada, ametralladoras y tanques la localidad de Ben Yawad, que había sido recuperada por los rebeldes 24 horas antes. Las fuertes explosiones la despertaron de golpe. Se quedó inmóvil, muy asustada, sin reaccionar. En el piso de abajo, unas voces desconocidas amenazaban con matar a su hermano si no les decía donde estaban escondidos los rebeldes. Entonces, Zuriya, presa del pánico, echó a correr sin rumbo en la oscuridad, persiguiendo una voz que la llamaba. Raya Saleh, la madre, nos explica que la encontraron “arrinconada y tiritando de frío en un callejón”. Desde aquella noche, nada ha vuelto a ser igual para la joven, ingresada en el centro psiquiátrico Nafsiya Hawary de Bengasi.

Zuriya  tiene la mirada perdida, intenta hablar pero se le atropellan las palabras y sólo alcanza a decir nombres de familiares o seres queridos que están en Ben Yawad.

En otra habitación se encuentra fatima Abdelsalam, recostada en un camastro. Abdelsalam dice que Gadafi va a venir a por ella y le va a cortar las manos. Esta mujer fue sorprendida por disparos en medio de la calle cuando mercenarios africanos y francotiradores asediaron la ciudad de Ajdabia hace dos semanas.  “Disparaban desde el tejado de las viviendas. Yo había salido a comprar con unos primos. Soy viuda y vivo en casa de mis tíos. Tuvimos mucha suerte, porque nadie salió herido”, explica nerviosa, con movimientos violentos con las manos.

En la entrada del hospital general Hawary, sobre un panel cuelgan las fotografías de 17 desaparecidos, todos varones de edades comprendidas entre 16 y 35 años. Bajo cada una de ellas, hay escritos varios teléfonos móviles de los familiares, con la esperanza de poder encontrarlos. Este centro hospitalario, el mayor de la ciudad, trata a las víctimas de los bombardeos de Gadafi.  Ali Muhamad Sanusi de 25 años y su hermano Hani, de 21, fueron heridos el 14 de marzo en Ajdabiya, cuando un misil grad impactó en su vivienda.  Alí tiene una pierna amputada y Hani, un brazo. El resto de su familia no tuvo tanta suerte. Los siete murieron en el acto a causa del impacto del misil que derribó el techo de la casa.

En la fachada del edificio del Tribunal Superior de Justicia, en la plaza Al Mahkama,  abundan los retratos de mártires y desaparecidos.

Suad Gasani se acerca a la fotografía de su sobrino, Faisal Muhamand Hasim, desaparecido el 11 de marzo en Ras Lanuf. Sus ojos se enrojeces mientras nos muestra a su sobrino, y respira hondo para no derrumbarse. Suad no solo lamenta la desaparición de su sobrino. Entonces, se derrumba y no puede evitar las lágrimas. Unos metros más hacia delante, apoyado sobre una de las columnas de la entrada a la Corte está la fotografía de Imad,  el hermano de Faisal, que murió en la batalla por el control de Ras Lanuf.

Al menos 400 personas están desaparecidas en Bengasi y algunos pueblos de la región desde mediados de marzo, según ha denunciado un portavoz de organización humanitaria Human Rights Watch, que ha confeccionado una lista con los nombres de las personas que están perdidas, muchos de ellos capturados por los hombres de Gadafi y que se cree que han sido llevados a prisiones de Sirte o Trípoli.

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