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Las mujeres se arman en Siria

Alepo, 19 de julio de 2013

Unas 150 mujeres combates con los rebeldes en la ciudad de Alepo

En el barrio de Al Sahur, en la línea del frente cerca del aeropuerto,  se encuentra una de las brigada más seculares de todo Alepo. Quizás por ello, el Frente de los Jóvenes de Siria (FJS) sea la agrupación menos respaldada de las áreas liberadas donde los radicales islamistas están echando raíces.

La brigada se llamaba antes Guraba Al Shams, pero decidieron crear una coalición con otros grupos armados para fortalecerse.

El cuartel general es una vivienda con un patio interior, que los rebeldes han cubierto con una lona de plástico para protegerse de los francotiradores, apenas unas casas más allá.

Husein, un tipo bajito, que entra fumando un cigarrillo en tiempo de Ramadán,  nos presenta a su hermana, Um Fadi, de 43 años, y madre de 10 hijos. Detrás de ella aparecen otras dos mujeres vestidas de negro de los pies a la cabeza, con gafas de sol, chaleco militar, y un kalashnikov colgado en el hombro.

“En este barrio somos todos familia y por eso luchamos juntos hombres y mujeres”, explica Husein.

“Me uní a la brigada después de que lo hiciera mi hermana. Como ella lleva un M-16, pues yo uno más grande: un rifle BKS”, explica divertido.

Um Fadi y dos combatientes Um Fadi es la generala de un batallón de mujeres. Aunque no hay cifras exactas se estima que unas 150 féminas se han alistado en el Ejército Libre de Siria.

Al principio, las mujeres empezaron a trabajar en los puestos de control rebeldes para chequear a los “shabihas” (matones del régimen) que se vestían con ropa femenina para pasar desapercibidos.

Antes de la revolución era simplemente un ama de casa. Ahora concilia sus labores domesticas con sus obligaciones militares.

Um Fadi empezó su carrera militar en junio de 2012 en Deraa, llevando municiones camufladas entre las ropas o haciéndose pasar por la madre o esposa de los soldados para ayudarlos a desertar de los cuarteles.

“Dos de mis hijos son combatientes y mis niñas dicen que también quieren luchar cuando sean mayores”,  dice orgullosa la “mama”, el alias de guerra de Um Fadi.

“Todas las mujeres han venido por forma voluntaria, porque quieren luchar para liberar nuestro país. No tienen miedo; son muy valientes”, asegura. Incluso, “tenemos una chica que es francotiradora”, agrega.

A Um Fadi nadie le enseñó a disparar su fusil. “Lo aprendí en el frente, luchando con los hombres”.

Por lo general las mujeres están en la segunda o tercera línea del frente “porque tememos que si nos cogen los soldados del régimen podrían hacer con nosotras cosas terribles”,  indica la comandante rebelde.

Nadie podría imaginarse la terrible historia que oculta tras su velo y gafas oscuras Rihad, la segunda de las combatientes.  Esta mujer de 30 años, de la ciudad de Homs, vio morir a sus dos hermanos degollados por milicianos de Hizbulá. Un francotirador mató a su bebe cuando estaba durmiendo en la cuna, sus padres murieron en el acto por el derrumbe de la vivienda en un bombardeo del régimen, y su marido fue abatido en el frente.

UmFadi-ETHEL (2)“Aprendí a vivir con mucho sufrimiento. Lo único que podía hacer para soportar el dolor era alistarme con los rebeldes y  luchar  contra Asad”.

Entonces abandonó Homs y fue a buscar a Um Fadi.

“Cuando me siento débil, cuando me supera la tristeza voy a hablar con mama y ella siempre me devuelve la fuerza para seguir adelante”, dice con cariño, delante de su mentora.

Rihad ha estado en muchos frentes y se ha convertido en una soldado experta en el campo de batalla. “Una vez disparé un cohete y maté a 13 soldados del régimen y siete resultaron heridos”,  se jacta la combatiente.

Pero lo que más desea Rihad es que Siria vuelva a ser un país donde haya paz. “Quiero volver a Homs. Visitar a mis vecinos,  y poder volver a rezar en la mezquita de Halab Bin Walid”, añora la rebelde.

“Odio el sectarismo. Este país esta lleno de religiones y es lo que más lo engrandece. Siempre hemos convivido en paz con los cristianos, los alauíes, o los drusos. Estoy en contra del sectarismo y que haya división en Siria”, sentencia Rihad.

A los 26 años, Rabieh se quedó viuda. Su marido y su hijo de dos años y medio murieron en Bab Amr, Homs. Tras la perdida de sus seres queridos decidió venir a Alepo para unirse a la brigada de Um Fadi.

“Espero que Siria vuelva a tener una situación normal. Aunque ahora mi familia son todos mis compañeros y compañeras, echo de menos a mis amigos y mi casa en Homs”,  declara Rabieh, antes de agregar “quiero la paz para Siria, pero no vamos a parar de luchar hasta que caiga Asad”.

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