Cristianos en Iraq

La primera Semana Santa en las zonas liberadas cristianas de Mosul

Bartella (Irak), 15 de abril de 2017

Sentimientos encontrados de emoción y rabia invaden el ambiente. El corazón se acelera cuando, por primera vez, se regresa de nuevo al hogar después de haber has sido expulso o haber tenido que huir para salvar la vida. Son más de dos años y medio los que han pasado desde que el grupo yihadista el Estado Islámico invadió Karemlash, Qaraqosh, Bartella y otras pequeñas localidades de la Planicie de Nínive (al sureste de Mosul), destruyendo todo lo que encontraron a su paso.

Algunos vecinos caminan en silencio, escudriñando cada rincón, otros lloran por la emoción de volver a estar en su aldea natal.

Es la primera ocasión desde que en agosto de 2014, las huestes yihadistas de Abu Baker Al Baghdadi plantaron la insignia negra y blanca sobre la Planicie de Ninive, que los cristianos de Mosul celebran la Semana Santa en sus pueblos.

Aunque ya hace seis meses que fueron liberados estas localidades cristianas de rito católico caldeo, aledañas a la urbe de Mosul, donde las fuerzas iraquíes luchan a sangre y fuego contra los yihadistas para arrebatarles la orilla occidental, no se han dado aún las condiciones para poder volver a vivir allí. Son apenas unas familias cristianas las que han regresado a Qaraqosh, la localidad cristiana más grande, con una población de 50.000 cristianos de la Iglesia Caldea antes de la llegada del EI, y el resto de poblaciones siguen siendo pueblos fantasma.

En Karemlash, donde vivían 3000 cristianos antes de Dáesh, no hay electricidad ni agua corriente, ni se han limpiado aún las minas y artefactos explosivos que diseminaron los yihadistas por todas partes. Fue uno de los primeros asentamientos humanos en la antigua Mesopotamia y llegó a ser una de las ciudades asirias más importantes de Babilonia. Su patrimonial casco antiguo ha quedado reducido a escombros.

diegoIbarrasanchez_Mosul_028Más de la mitad de viviendas del pueblo están totalmente destruidas, mientras que la otra mitad son parcialmente habitables. “La situación es miserable, la mayoría de las casas están destruidas, desvalijadas o quemadas. No hay muchas oportunidades para poder volver aquí”, indica a Nueva Vida el padre Thabit, de la Diócesis católica caldea de Erbil. En la capita del Kurdistán iraquí hay más de 120.000 cristianos refugiados, prácticamente toda la población cristiana de la Planicie de Nínive. Pero ahora, muchos de ellos, sobre todo los jóvenes han emigrado. Los cristianos se están marchando a Turquía o El Líbano y otros han conseguido asilo en Australia o Estados Unidos. “Si la situación sigue no cambia y empieza la reconstrucción los cristianos no regresarán a Irak. No podemos hacerlo solos, necesitamos la ayuda de la Comunidad internacional, y  de las organizaciones internacionales. Hasta ahora la Iglesia es quien más nos ha ayudado. Ha financiado los campos de refugiados en Ankawa (Erbil), y no solo está ayudando a los cristianos sino a otras minorías religiosas como los yazidies que también huyeron de las montañas de Sinjar, norte de Irak, en agosto de 2014.

“Llevamos tres años como refugiados en Irak y la comunidad cristiana, y las ONGs han ayudado más que el Gobierno. Con el apoyo de la Diócesis voy a abrir una oficina de reconstrucción en Karemlash. Con mi ejemplo podré convencer a otros cristianos para que regresen a sus casas”,  exclama el Padre Thabit.

Pero sus ilusiones y esperanzas chocan con tenebrosa realidad de los cristianos en Oriente Medio que se ha  convertido en el principal objetivo de los atentados terroristas. Mientras los pueblos cristianos del norte de Irak celebraron por primera vez en tres años la misa de Domingo de Ramos en sus devastadas iglesias, atacadas por Dáesh, dos suicidas con cinturón de explosivos sesgaban la vida a 44 fieles en Egipto.

“No quiero quedarme aquí, lo hemos perdido todo. Me gustaría poder ir a Estados Unidos”,  nos dice Rodi Raad, estudiante universitario de Karemlesh,

Su familia ha sido doble víctimas del delirio yihadista. Raad la perdió a su padre en hace 12 años en Mosul. Fue víctima de uh atentado terrorista perpetrado por la rama iraquí de Al Qaeda, precursora del Estado Islámico.  Y ahora son refugiados en Erbil después de haberlo perdido todo. Como él es el mayor de la familia ha tenido que sacar a sus hermanos adelante.

Los más jóvenes ayudaban a montar una especie de estandarte con una estructura de hierro decorado con ramas de olivo, flores y lazadas con tiras de colores para desfilar en la procesión del Domingo de Ramos.

Antes de la santa misa en la catedral de San Jorge,  los vecinos de Karemlesh van a otear  inspeccionar sus casas.  Un niño salta la verja metálica de una vivienda y abre el pestillo.

Es Yusef el primogénito de Alin Pos, que por primera vez entra en su casa desde el 04 de agosto de 2014. Aparte de ellos dos están la abuela y el hermano pequeño.  El benjamín sube por una montaña de escombros en el jardín, mientras su hermano mayor se afana en abrir la puerta de la casa, que consigue  después de tres intentos de patadas voladoras. La abuela entra en lo que fue su habitación y escudriña en un armario donde hay ropa  hecha jirones.  Finamente consigue rescatar dos escapularios de la virgen y unas crucecitas oxidadas.

En el porche de la vivienda el padre Khaled rebusca entre los restos de libros quemados. “Tuve que huir de Irak y ahora vivo en Turquía”, nos explica mientras rescata una Sagrada Biblia entre las cenizas.

diegoIbarrasanchez_Mosul_005Los feligreses desfilan en procesión mientras van cantando himnos. Cuando entra el último grupo al interior de la iglesia,  está ya tan abarrotada de fieles, que han de colocarse en los huecos que quedan entre las filas de bancadas.

Los yihadistas profanaron las tumbas de la Iglesia e incendiaron el atrio y cavaron una red entera de túneles subterráneos, que conectaban todo el pueblo. También horadaron las paredes de las casas para usarlas como pasadizos. En una de las viviendas han un gran agujero en el piso y para poder bajar han que ayudarse con una escalera de madera. Desde allí se accede a una especie de caverna lúgubre que los yihadistas usaron para encerrar a los prisioneros.

Los milicianos extremistas utilizaron como búnker para protegerse de los ataques aéreos de la coalición la villa palaciega de la familia Riad Petrus, dueños del hotel de lujo Gran Palace de Erbil.

Los combatientes arrasaron con lo que encontraron a su paso pero, a pesar de su estricta doctrina de no beber alcohol, las botellas y latas de cerveza vacías, que la familia guardaba almacenadas en el sótano de la vivienda, hablan de lo contrario.

Karemlash está coronado por una colina y sus pies está el antiguo convento de Santa Bárbara. Por su estratégica posición desde donde se puede controlar todo el valle de Ninive, los yihadistas ocuparon por un tiempo el convento y lo convirtieron en un puesto militar. Saquearon las reliquias de la Santa y excavaron túneles bajo la colina que cubre un sitio arqueológico de una antigua ciudad asiria.

Cada 04 de Diciembre miles de familias cristianas visitan la tumba para rememorar el martirio de Santa Barbara por convertirse al cristianismo, y después hacen un picnic en los jardines del convento o en las lomas de la colina. Pero esta vez han venido a festejar con motivo de la Semana Santa.  Cada familia ha traído su propio mantel, cubiertos y comida y bebida que reparten entre todos. Entre los manjares más elaborados están las verduras y hojas de parra rellenas de arroz y carne.

Por unas horas, la perseguida comunidad cristiana aparca su dolor para volver a recordar momentos felices y de júbilo. El convento de Santa Bárbara vuelve a está pletórico de algarabía y felicidad.

 

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