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La asistencia humanitaria que no llega a la franja de Gaza

Rafah, 18 de mayo de 2009

Desde hace un mes, dos semanas y tres días, Omar Mangoush y los otros cuatro cirujanos cardiacos que forman el equipo de Palestinian Internacional Medical Aid (PIMA) se desplazan cada mañana al paso fronterizo de Rafah con la esperanza de que los oficiales de Aduana egipcios les permitan ingresar a la Franja de Gaza. Mangoush nos dice que su obligación es “entrar a Gaza; cueste lo que cueste”, aunque no oculta su desesperación. Este medico denuncia que las autoridades egipcias están bloqueando la labor humanitaria destinada a la población de Gaza, porque limitan el ingreso del personal de ONGs internacionales. “Todos los días nos dicen lo mismo: que no han recibido la autorización de los servicios de Seguridad”, protesta Mangoush. Y, mientras tanto, agrega, “la ayuda internacional no llega a Gaza” a fin de aliviar el sufrimiento de este millón y medio de palestinos, victimas de una guerra de intereses ajenos.

Musa, un funcionario local, explica que la mayoría de la ayuda que proviene de donaciones privadas o internacionales se está guardando en almacenes, depósitos y aparcamientos en la ciudad de Arish, a unos 40 kilómetros de la frontera, a la espera de que las autoridades permitan el transito de los camiones a través de los pasos comerciales de Al Auja o Kerem Abu Sellem, que están sujetos a las leyes de importación israelíes. “Los costes son muy altos”, nos dice Musa, mientras detalla que el trasporte de mercancías “cuesta unos 150 euros al día”.  “Los camiones llegan hasta la frontera y en muchas ocasiones tienen que dar la vuelta porque no pueden pasar. De hecho, únicamente, se autoriza a los vehículos que trasportan medicinas. Muchos de los  productos alimentarios como la leche, la harina, el arroz, el azúcar o la miel,  almacenados en malas condiciones de humedad, y temperatura “han sufrido daños irreparables y han tenido que tirarlos”, advierte.

Durante el fin de semana pasado, el Gobierno de El Cairo, autorizó la apertura del paso de Rafah, coincidiendo con la visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu,  a Washington donde se entrevistó con el presidente Barak Obama.

P1210533A pesar de que las autoridades egipcias dijeron que abrían el cruce para la entrada de ayuda a Gaza y para permitir el paso a palestinos, no sólo para el traslado de enfermos, y a extranjeros, se trató de una decisión con claras intenciones políticas. A penas entraron algunos camiones con suministros médicos a Gaza, pero ningún equipo de asistencia humanitaria. Y desde el lado egipcio, unos 300 palestinos, residentes en El Cairo, pero ninguno con pasaporte extranjero. Las fuerzas ejecutivas de Hamás dejaron salir a 150 gazaníes, previa autorización del Ministerio de Interior de Egipto.

Cientos de furgones policiales y agentes antidisturbios se distribuyeron a lo largo de la carretera que conduce al paso de Rafah, para prevenir incidentes. La esperanza se desbordaba en la frontera, junto a las maletas apiladas de los palestinos, personal de organizaciones internacionales, periodistas, y la larga hilera de camiones de mercancías.

Ramadán confiaba en que podría reunirse de nuevo con sus familiares en Gaza después de seis meses en el extranjero, pero no lo consiguió.  Este palestino que trabaja en los Emiratos Árabes nos cuenta que se marchó para poder sacar a su familia de “esta prisión”. “He perdido esta oportunidad única. Ahora, no se cuándo volverán a abrir de nuevo la frontera”, lamenta Ramadán. “Es mejor suicidarse que vivir con la humillación de ser palestino” asevera con profundo desasosiego.

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