Daily ife in Taftanaz.People in the bus and women in the bus stop.

Huyendo del infierno en Idlib

Al Maara, 03 de marzo de 2012

Las fuerzas de Al Assad “han ocupado las escuelas y las utilizan como centros clandestinos de detención, donde torturan a miles de opositores”, denuncia Abdullah, de 50 años, que huyó hace una semana de la ciudad de Idlib. Sus dos esposas y nueve de sus hijos siguen atrapados en esta sitiada localidad por las tropas del régimen que están cometiendo todo tipo de atrocidades contra la población. “Entran a la fuerza a nuestras casas,  las saquean, y después las queman”,  relata este vecino de Idlib que partirá con dos de sus hijos a Turquía.

El más pequeño, de 15 años, acababa de llegar. Ali está asustado, han sido unas horas muy duras hasta que consiguió escapar de Idlib. “Me detuvo un agente en un puesto de control cerca de mi casa, pero tuve suerte porque conocía a mi familia. El oficial me dijo que no rebelara a nadie mi apellido porque si no me matarían”, relata el adolescente. El policía le dejó pasar y corrió campo a través hasta un granja a la afueras de Idlib donde le esperaba su hermano mayor en un coche. Ali está hambriento pero es incapaz de coger una chocolatina hasta que le insistimos varias veces.

Abdullah explica que en la “Corniche”, la carretera que circunvala la ciudad, entraron excavadoras para remover la tierra y situar los carros de combate con los cañones apuntando a las áreas urbanas. “En cada una las entradas a la ciudad hay un tanque oculto detrás de un montón de tierra que asoma el cañón, y en las azoteas de los edificios hay francotiradores que disparan a todo aquel que sale a la calle”,  manifiesta Abdullah con aire preocupado.  Los otros miembros de su familia se han quedado en Idlib  y no sabe que pasará con ellos.

La aldea agrícola de Al Maara, fronteriza con Turquía, se ha convertido en el refugio de miles de familias que han huido del bastión rebelde del norte de Siria. Su población se ha cuadruplicado en el últimas semanas por las operaciones del Ejercito sirio en Idlib.

Gracias a la caridad de los vecinos, estas familias de refugiados que han huido con lo puesto tienen un lugar para hospedarse y un plato de comida caliente.

Al Maara es una de las pocas localidades de toda Siria donde los niños van a la escuela. Tampoco se ven demasiadas barricadas para detener a los blindados del régimen si tomaran la localidad. Su proximidad a Turquía les permite vivir en paz y poder huir rápidamente hacia la frontera ante un ataque de las fuerzas sirias.

Los aldeanos han creado un consejo rebelde en las antiguas oficinas del partido Baaz, donde se toman todas decisiones importantes y se coordinan los trabajos de ayuda humanitaria para auxiliar a los refugiados.

Ibrahim, su esposa y nueve hijos menores huyeron de Idlib el pasado 10 de marzo.  Viajaron en una camioneta por caminos secundarios, atravesando los campos, para no ser interceptados en uno de los miles de controles instalados en las carreteras por las fuerzas de seguridad sirias.

El tormento está marcado en sus ojos. Ibrahim ha sufrido torturas y maltratos durarte los 47 días que permaneció detenido en una cárcel de Damasco. El día 10 de Ramadán, que cayó en el mes de agosto, Ibrahim fue arrestado en una protesta y estuvo diez días detenido en Idlib y después trasladado a una cárcel en la capital siria, acusado de terrorismo sin juicio previo. “Mi crimen ha sido levantar la voz contra la opresión del régimen”, asiente Ibrahim con la voz quebrada.  “Me golpearon brutalmente, me sometieron a descargas eléctricas, durante una semana entera me tuvieron sin comer ni dormir para que me declarara culpable. Éramos 20 detenidos y algunos de ellos sufrieron ataques de pánico después de las torturas y admitieron lo que no habían hecho”,  denuncia Ibrahim, que finalmente fue puesto en libertad y regresó a Idlib. Pero cuando las fuerzas del régimen atacaron la localidad con fuego de artillería y proyectiles  el pasado 10 de marzo, Ibrahim decidió huir con su familia porque temía por sus vidas.

“Escapamos por la noche, los tanques estaban bombardeando, pasamos mucho miedo durante todo el camino”, recuerda el desplazado, que denuncia que su vivienda fue saqueada y después quemada. “Lo hemos perdido todo, pero aquí al menos mis hijos pueden dormir tranquilos. Si la situación empeora y las tropas de Bashar llegan hasta Al Maara nos iremos a Turquía, si Dios lo quiere así”, asiente con resignación.

Abdul Rahmin llegó con sus cuatro mujeres y un regimiento de hijos hace cinco días. Como el resto de los refugiados escaparon en la noche cerrada por carreteras secundarias.  “En la guerra del 2007 entre Israel y Hizbula, los sirios acogimos a miles de familias de refugiados libaneses. Pero Líbano no está haciendo lo mismo con los sirios”, se queja Abul Rahmin, que fue testigo de la cruel ejecución de unos civiles por las fuerzas del régimen.  “Lo que he visto con mis propios ojos es inenarrable”, indica este refugiado, antes de detallar que “soldados de Bashar arrestaron a unos hombres, los ataron de pies y manos y después los rociaron de gasolina y los quemaron vivos”.

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