En los basureros de El Cairo no se pide el cambio
El Cairo, 08 de febrero de 2011
En una cantera abandonada a los pies de las colinas de la Mukkatam, al sureste de El Cairo, se levanta en medio de la inmundicia y la insalubridad la ‘Ciudad de la Basura’.
La comunidad, más de 45.000 residentes, cristianos coptos en su totalidad, vive por y para la basura. Los zabaleen, como se conoce en árabe a los recolectores de la basura, desempeñan una profesión reservada desde hace más de un siglo a esta minoría religiosa –los cristianos coptos sólo representan el 10 por ciento de los 77 millones de egipcios–, pues este tipo de trabajo es considerado sucio por la mayoría musulmana.
A diferencia de otras zonas marginales en los suburbios de El Cairo, el barrio fue dotado de infraestructuras básicas, aunque está lejos de parecerse a un vecindario residencial: sus calles embarradas son muy difíciles de transitar por las toneladas de basura amontonadas frente a las entradas de las casas, y las ratas y el olor pestilente predominan en el lugar.
Aquí no se han vivido las revueltas, pero el 25 de enero algunos de sus vecinos salieron a la carretera principal que conduce a la cantera de la montaña, entonces custodiada por la policía, para apoyar las protestas.
Sin embargo, aquel acto de rebeldía fue espontáneo y no todos los cristianos coptos de la Mukkatam, más bien una minoría, secunda un cambio del Régimen.
El fantasma de islamismo radical perturba a los cristianos, que temen que los Hermanos musulmanes aprovechen el vacío de poder para ganar posiciones. El Gobierno ha sabido sacarle partido a la cristianofobia y se ha ganado a las minorías religiosas. La máxima autoridad de los coptos, el papa Shenuda III, en un discurso televisivo del 31 de enero agradeció a “Dios que nuestras iglesias hayan conseguido que ningún cristiano saliera a las manifestaciones”, antes de mostrar su apoyo a Mubarak.
“Hay gente que quiere que se vaya Mubarak, pero muchos otros prefieren que continúe en el poder”, nos explica amablemente, Hani de 27 años, que trabaja en el reciclaje de la basura.
Él no ha conocido otra cosa más que el Régimen y le asustan los cambios: “Mubarak ha hecho cosas buenas y cosas buenas. No estoy seguro si otro lo hará mejor. Creo que las manifestaciones han sido positivas porque han cambiado a ministros corruptos por otros mejores y el gobierno ha decidido subir las pensiones y los salarios”.
Mido, de 22 años, asegura que el nuevo primer ministro Ahmad Shafik y vicepresidente Omar Sulaiman “son hombres buenos”.
“Queremos que se vayan los manifestantes. No nos dejan trabajar”, se queja Isa de 45 años, encargado de recoger las basuras en las casas de la ciudad.
Desde hace dos semanas, debido al toque de queda y a la inseguridad desde que la policía desapareció de las calles de El Cairo, los recolectores de basura no van a trabajar, y no tienen ingresos.
“Teníamos miedo de salir de casa por si éramos atacados por agitadores que merodeaban por los alrededores” de la Mukattam, explica Shirin, de 17 años, quien confía en que Omar Sulaiman “pueda recuperar la estabilidad y el orden a la mayor brevedad” Los zabaleen ganan entre uno y tres euros al día. La precaria situación laboral de los cabezas de familia obliga a sus hijos a trabajar en el negocio desde corta edad, lo que les obliga al absentismo escolar. Así, resulta difícil para estas personas encontrar una forma diferente de vida. Muy pocas tienen la oportunidad de conseguir ingresos por vías diferentes.
La cría del cerdo es una práctica habitual entre los coptos, que no consideran impuro a este animal. Además, la venta de carne porcina es muy rentable, pues la consumen diez millones de egipcios, y se vende en los restaurantes internacionales, pero después de que el gobierno ejecutara a más de 300.000 cerdos para prevenir la gripe porcina en todo el país, ya no existen piaras en la ciudad de la Basura.
Pero mientras en la Plaza Tahrir decenas de miles de manifestantes aspiran al cambio, lo único cierto es que estas personas continuarán viviendo de la basura, sus calles y su organización seguirán girando alrededor de los desperdicios de El Cairo.
