boko haram y nigeria

En la madriguera de Boko Haram

Maidiguri, 20 de abril de 2014

El temido grupo islamista es el responsable del último atentado en una estación de autobuses en la capital y del secuestro la semana pasada a 200 niñas en una aldea de Borno, noreste de Nigeria.

 

Bienvenidos al “infierno” de Borno, santuario de Boko Haram. No hace falta un cartel en la carretera demarcando los confines del siguiente estado para darnos cuenta de donde estamos.

boko haram y nigeriaLa primera impresión es suficiente. Una sucesión de chamizos con techo de paja, completamente arrasados, a ambos dos lados de la carretera. El fuego, todavía humeante, se apreciaba en alguna de las cabañas ennegrecidas y ,prácticamente,  abandonadas. Apenas unas cuantas personas deambulan por allí con aspecto de zombi, examinando los estragos causados por las llamas.

Nuestro conductor no habla ni una sola palabra de inglés, así que tenemos que deducir lo que había ocurrido. Recorremos pensativos, en silencio, los 20 kilómetros que nos separan de Maidiguri, capital del estado de Borno y cuna de este sanguinario grupo islamista.

Nos contaron después que unos insurgentes de Boko Haram habían atacado, quemado y asesinado a 52 personas en aldea de Mainok. En la víspera, un doble atentado con coche bomba en una concurrida zona comercial de Maidiguri causó más de 70 muertos y cientos de heridos. Y un día después, la aldea de Jakana, a 12 kilómetros de distancia, fue arrasada y treinta personas asesinadas, entre ellas 14 mujeres y 8 niños.  En sólo tres días más de 150 personas murieron por la violencia islamista en el estado de Borno.

En lo que va de año, Boko Haram ha causado la muerte de 1500 personas (la mayoría civiles) en el noreste de Nigeria.

Quizás el episodio más sórdido fue el ataque a un colegio e internado en el estado vecino de Yobe, donde se cree que medio centenar de estudiantes fueron masacrados en sus dormitorios,  en la madrugada del 25 de febrero. Los terroristas arrojaron explosivos, esparcieron pólvora en los dormitorios estando los niños en sus camas y mataron a machetazos a algunos chicos que trataban de escapar. Los niños eran el objetivo del ataque, y a las niñas les ordenaron que volvieran a sus casas, se casaran y se olvidaran de la idea de aprender. Boko Haram  significa: “la educación occidental está prohibida”,  en dialecto hausa.

El hospital público Umara Shehu Ultramodern no daba abasto. No había camas suficiente ni personal para atender a los  69 heridos del doble atentado en el mercado de Bentu Sugar AlJarari Cross, y los supervivientes del incendio de Mainok y Jakana que también habían ingresado allí.

“Muchos de ellos llegaron a pie. Sangrando o con la piel abrasada, llena de ampollas. Hay casos que su recuperación ha sido un milagro”, exclama el director del centro hospitalario Salihu Aliyu.

Amina observa impotente como su bebé se retuerce de dolor por las quemaduras.  Sobrevivieron al ataque en el poblado de Mainok, a 20 kilómetros de Maidiguri.   Más de 50 personas murieron, la mayoría mujeres y niños, y 96 familias perdieron sus viviendas.

“No se cuantos eran. Llegaron en camioneta y comenzaron a disparar a todo el mundo, y después rociaron las casas con gasolina y les prendieron fuego.  Son salvajes. No son musulmanes…son seres diabólicos”, dice entre sollozos la mujer.

Su marido fue el primero que huyó cuando unos desconocidos incendiaron la vivienda y Amina no sabe donde está o si sigue vivo o muerto.

En la cama de al lado descansa Mustafa Mohamed que recibió un tiro en el muslo en el ataque de Jarkana. “No sabemos porqué hacen esto. Están asesinado a mujeres y niños musulmanes. ¿Y son ellos los que predican el Islam? Es el trabajo del diablo. Allah nos guarde”,  exorciza haciendo aspavientos con los brazos.

“No se dónde están mis hijos. A muchos de nosotros nos falta alguno de nuestros hijos.  Escaparon a los bosques y tememos que los hayan apresado”,  advierte preocupado Mohamed.

boko haram y nigeriaUnas 300 familias perdieron sus hogares en las aldeas de Mainok y Jarkana, pero el gobierno central está más ocupado en otros menesteres antes que en ayudar a sus ciudadanos.  Bastaste tiene el gobierno del presidente Goodluck Jonathan con el escándalo de la petrolera estatal, Nigerian National Petroleum Corporation (NNPC), para justificar la pérdida de 20.000 millones de dólares que no han llegado a las arcas del estado.

Mustafa cuenta que cuando llegaron los insurgentes islamistas a la aldea iban camuflados con uniforme de policía para no levantar sospecha.  “Bajaron de un furgón policial y comenzaron a disparar por todos lados”,  rememora aquel doloroso incidente.

Cuentan los vecinos que Boko Haram nació en Maidiguri, en 2002,  como un movimiento religioso que defendía el Islam en todos los aspectos de la vida en contra de los valores de occidente.

“Intentaban convencernos de que con la educación occidental perdíamos nuestros valores musulmanes”, nos explica Zafir, de 27 años.

Incluso -dice- “esperaban en la puerta de los colegios y nos obligaban a darles el certificado escolar y lo quemaba allí mismo”.

Muchos jóvenes sin oficio ni beneficio se unieron al movimiento liderado por el clérigo musulmán Mohamed Jusuf que predicaba la implantación de un emirato islámico en el norte de Nigeria. Los milicianos de Boko Haram acampaban a sus anchas con fusil en el hombro y tomándose la justicia por mano propia por unos miserables doscientos dólares.

Tras la muerte del predicador Jusuf -se cree que a manos de la Policía, en 2009- sus seguidores juraron venganza y comenzaron con una violenta campaña contra las fuerzas de seguridad. Desde entonces viven fugitivos en los bosques del estado de Borno. Sus ataques se han vuelto más sanguinarios desde principio de año, cuando el presidente Jonathan presumió de estar ganándole la batalla a los integristas. Hace una semana volvieron a atacar en el corazón de Nigeria. Más de 70 personas perdieron la vida en un atentado con coche bomba en una concurrida estación de autobuses en Abuya, la capital.

Boko Haram está tan metido en la sociedad nigeriana que cuesta mucho diferenciar entre los buenos y los malos.

Muchos nigerianos temen pronunciar el nombre de Boko Haram  y se refieren a ellos como “crisis” o “inseguridad” porque el mero hecho de invocar el nombre es como si adquiriera una dimensión esotérica.

Entre las creencias populares que circulan está que cuando Boko Haram secuestra a alguien lo lleva  a los bosques y le hace beber sangre humana para que se convierta en uno de ellos. Algunos creen que los soldados de Boko Haram se convierten en “zombies” a través de rituales de magia negra,  por lo que son inmunes a las balas.

 

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