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El semillero del radicalismo islámico

Lahore, 23 de febrero de 2013

Hafez Yasim, de 19 años, quería ser de mayor funcionario público y trabajar en una comisaría de Policía. Con mucho esfuerzo, sus padres le matricularon en una escuela gubernamental en Buhara, a 120 kilómetros de Lahore. Pero hace seis años, su padre perdió el trabajo y, teniendo otras cuatro bocas que alimentar, no podía seguir pagando los estudios a su hijo mayor. Yasim era muy buen estudiante y tuvo la oportunidad de continuar estudiando de forma gratuita en la madraza (escuela coránica)de Jamiat e Naimia, en Lahore.  Ahora es un hafiz (un experto del Corán) y sabe de memoria los 30 capítulos del Corán, en árabe.  Cuando termine este año su sexto curso obtendrá el titulo de aalim (erudito) y podrá enseñar a otros niños en una madraza local.

DIEGOIBARRASANCHEZ_MADRAZAS_001Jamiat e Naima cuenta con entre 15 y 20 seminarios religiosos, para niños y niñas,  distribuidos en la provincia de Punjab. En la escuela de Lahore estudian 1500 alumnos de todas las edades y aprenden el Corán,  derecho islámico, pero también reciben clases de Matemáticas,  lengua extranjera (Inglés), e Informática, explica su director, el doctor Ragib Naimi.

“Al pedir que se enseñen otras materias distraen a nuestros estudiantes de sus estudios religiosos”, reconoce Naimi, que reclama que en las escuelas gubernamentales “se incluyan estudios islámicos”.

El centro cuanta además con dormitorios, y cocina para los alumnos internos.  El seminario está dividido en una mezquita y unos soportales donde los estudiantes reciben las clases. En el piso superior están las habitaciones y en el sótano, el aula de informática, con una docena viejos ordenadores que ha cedido el Gobierno de Punjab. En todo el recinto no hay ningún lugar donde los niños puedan jugar o practicar deporte. “Vinimos a aprender. La idea no es distraerse con el mundo exterior y todas sus atracciones, sino estudiar religión”, explica convencido Yasim.

A unos 15 kilómetros fuera de Lahore se encuentra Jamiat Siraya, el semanario para niñas.

Unas 450 alumnas estudian aquí el Corán. A diferencia del seminario masculino, las aulas están en el sótano, sin apenas luz natural. Estudian en un ambiente oprimido, ocultas, enseñándolas desde pequeñas que la mujer debe estar recluida.

Nushrat tiene 14 años y, desde hace tres, estudia el libro sagrado del Islam. “Vine aquí porque mi deseo es estudiar el Corán”,  declara brevemente.  Nushrat está muy orgullosa de haberse aprendido de memoria once capítulos del Corán en árabe, aunque no entienda  ni una palabra de lo que memorizó. Pero ese es el principio de la educación religiosa de niños y niñas en la mayoría de los seminarios islámicos.

DIEGOIBARRASANCHEZ_MADRAZAS_002En Pakistán hay alrededor de 28.000 madrazas y mas de dos millones de niños en edad escolar estudian en ellas. La proliferación de las madrazas comenzó en los años 80, bajo el régimen golpista de Muhamed Zia Ul Haq. El dictador Zia Ul Haq inició el giro hacia el islamismo, apoyando a los grupos yihadistas que lucharon contra el Ejército soviético en Afganistán.  El general Zia fortaleció los partidos islámicos y contribuyó a la financiación de las escuelas coránicas en Pakistán. Las primeras madrazas se establecieron en los campos de refugiados afganos, de donde salieron los estudiantes (talibanes) para luchar contra las fuerzas soviéticas en Afganistán.  Sin el apoyo incondicional de los servicios secretos paquistaníes (ISI) y del propio Ejército a los mulás (clérigos islámicos),  el movimiento Talibán no habría vencido en Afganistán.

La sucesión de gobiernos corruptos y golpes militares, así como  la financiación saudita de las madrazas deobandis (una escuela de pensamiento suní radical muy extendida en el sur de Asia) contribuyó a la islamización de Pakistán.  La doctrina deobandi apoya abiertamente la Yihad, y el movimiento Talibán es seguidor de esta escuela.

A todo ello, hay que añadir la mala gestión del sistema educativo estatal, cuyo vacío lo han llenado las escuelas coránicas.

Pakistán apenas dedica un 3 por ciento de su presupuesto a la educación,  por lo que la mayoría de los niños que provienen de familias con pocos recursos tienen que ir a los seminarios religiosos porque “no tienen ningún otro lugar dónde educarse”, se queja Wakil Khan, ex secretario de Asuntos religiosos en Islamabad.

Las familias pobres suelen tener entre 8 y 10 hijos, y la matricula mensual en una escuela pública es entre 500 y 600 rupias ( aproximadamente 4 euros), lo que representa una fortuna para un padre que gana 7000 rupias (50 euros) al mes.

Las madrazas ofrecen educación gratuita, una pequeña ayuda económica para los alumnos, comida y un lugar donde dormir.

Por ese motivo, “los pobres mandan a sus hijos a los seminarios religiosos  porque el Estado no les da apoyo en materia de educación”,  lamenta el exsecretario de Asuntos Religiosos.

El problema es que la mayoría de las madrazas contribuyen de forma indirecta con el extremismo y el terrorismo al crear “un estado de ánimo entre sus estudiantes muy cerrado y que los deja vulnerables a los extremistas islámicos”, denuncia Wakil.

“La cuestión del terrorismo no es con las madrazas en sí mismas, sino con la ideología que enseña un sector de la escuela deobandi”, puntualiza.

Durante sus más de siete años al cargo de la oficina, Wakil  promovió, sin éxito, iniciativas para modernizar el currículum de las madrazas.

Tras los atentados del 11-S, Estados Unidos forzó  a Pakistán a llevar un control de las escuelas coránicas. Como primer paso, Islamabad ordenó que todos los seminarios religiosos se registraran, modernizarán sus planes de estudio y rindieran cuenta de sus finanzas. “Se volcó mucho dinero y mucho esfuerzo para reformar los programas de los seminarios, pero sin muchos resultados”, indica Wakil.

En 2005, bajo fuerte presión de Washington, el exgeneral Pervez Musharraf tomó medidas drásticas contra organizaciones islamistas proscritas, y les confiscó sus materiales,  pero “tropezó en lo que respecta a la reforma de las madrazas”,  explica el exsecretario.

Wakil reconoce que el 80 por ciento de los seminarios religiosos se registraron voluntariamente en el Ministerio de Asuntos Religiosos, pero “se negaron a ser auditados”.

DIEGOIBARRASANCHEZ_MADRAZAS_003_webLas madrazas están bajo control de los partidos políticos religiosos y el Gobierno  “no quiere entrometerse por miedo a perder influencia”,  asegura el ex alto funcionario.

Los Servicios Secretos paquistaníes (ISI) apoyan económica y militarmente a los estudiantes de las madrazas extremistas para convertirlos en yihadistas y enviarlos a luchar contra las tropas de la OTAN en Afganistán o en la Cachemira ocupada.

Tras el asalto a la Mezquita Roja en Islamabad en julio de 2007, donde murieron cerca de 400 estudiantes radicales, -mujeres y hombres-, la relación entre el Gobierno y las madrazas cambió drásticamente.  Los extremistas del movimiento

Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) reclamaron venganza  y una ola de atentados contra instalaciones militares o personalidades políticas sacudió de nuevo el país.  El 27 de diciembre de ese  mismo año, la exprimera ministra, Benazir Bhutto, murió en un atentado terrorista. El monstruo que había creado el ISI se volvió en contra del Estado.

El ISI ha pactado con el diablo para mantener su influencia en Afganistán, apoyando a la red Haqqani  en las áreas tribales de Waziristan y a Jamiat u Dawa (JuD) para mantener a raya a la vecina India.

Esta influyente organización caritativa de punjabi, tapadera del proscrito grupo terrorista Lashkar e Taiba (LeT), presunto autor de los atentados de Bombay de 2009, es “un poderoso ejército a la sombra, respaldado por Pakistán para velar por sus intereses en la India” denuncia el periodista Anwar Hashimi.

Ante la presión de la ONU para que el gobierno paquistaní cerrara sus instituciones, JuD cedió el control del centro de Muridke (antigua base de LeT) a Islamabad en 2005, pero la organización islámica compró otro terreno por 500.000 euros para construir su cuartel general en el centro de Lahore.  El seminario de Muridke permanece abierto, a pesar de que el Consejo de Seguridad incluyese a JuD en la lista de organizaciones terroristas tras los atentados de Bombay.

“Son acusaciones totalmente falsas. Nuestras madrazas no son radicales. Como musulmanes ayudamos a millones de niños sin recursos en Pakistán , porque es uno de los principios del Islam”,  justifica Yahia Muhajid, numero dos de JuD.

Muhajid sostiene que Estados Unidos por presión de Delhi ha fabricado “todas esas mentiras” para “desprestigiar” la imagen de JuD y de su líder Hafez Saed, por el que el Departamento de Estado de EEUU ofrece una recompensa de 10 millones de dólares.  “No tenemos nada que ocultar. Hafez Saed se ha enfrentado a la Justicia y  ha demostrado que es inocente”,  declara Muhajid, en referencia a su conexión con la proscrita organización terrorista que actúa en Cachemira. El líder de JuD fue arrestado por primera vez en Islamabad en diciembre de 2001 y el 30 de marzo de 2002 fue liberado. De nuevo, el 29 de octubre de 2002 estuvo bajo arresto domiciliario durante un mes en Lahore y la Corte Superior de Lahore ordenó su liberación el 15 de mayo del mismo año.

“No tenemos nada que ver con LeT. Nuestra misión es humanitaria. A través de la asociación caritativa Falahi-Insaniyat enviamos equipos médicos a Cahemira para asistir a las víctimas del terremoto en 2005. También ofrecimos asistencia humanitaria a los afectados de las inundaciones de 2010 y nuestros equipos médicos están trabajando en la campaña contra la Polio en Karachi”, insiste el líder islamista, que reconoce que como paquistaní “apoya la causa de Cachemira pero no la Yihad”.

Aunque Muhajid intente ocultar los lazos de JuD con el movimiento yihadista, su líder, Hafez Saed, es también el fundador de LeT. En la revista mensual de JuD, Saed admitió el 22 de marzo de 2001 que empezó su yihad en Afganistán junto a Osama Bin Laden en el campo de entrenamiento de Abdala Azzam, comandante muyahidín asesinado en Peshawar en 1989.

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