El regreso de los opositores encarcelados

Manama, 10 de marzo de 2011

Abdul Jaleel Al Singasi de, 46 años, es uno de los 23 presos políticos chiíes indultados por el monarca Hamad ben Isa Al Jalifa la madrugada del martes. Cerca de otro centenar fueron liberados ayer. Al Singasi, vicepresidente del partido opositor Al Haq, ha pasado seis meses y diez días en la cárcel, dos de ellos en régimen de aislamiento,  y ha sido víctima de malos tratos  y torturas en prisión. El opositor chií, acusado de actividades terroristas,  fue detenido en el aeropuerto de Al Manana a su regreso de Londres tras una reunión con otros miembros del partido, el 13 de agosto de 2010.

“Nada más bajar del avión me detuvieron unos agentes y no me dejaron ni quisiera llamar a mi esposa”, señala a varios periodistas en un encuentro en su casa en el barrio de Karbabat en Manama.

Fahmia nos explica que en la madrugada tras la detención de su esposo, decenas de agentes armados irrumpieron en su vivienda y la pusieron patas arriba. “Sin avisar, alrededor de las cuatro de la mañana, entraron a la casa y nos sacaron de la cama a mi y a mis tres hijos y lo revolvieron todo, buscando no se qué. Fueron momentos de mucho miedo porque no sabíamos que estaba pasando”. Fahmia no pudo visitarle en la cárcel hasta dos meses después.

45 días enteros los pasó en una celda de aislamiento con los ojos cubiertos con una mascara y sin sus muletas. Al Singas tiene polio desde la infancia y no puede caminar sin apoyarse en ellas. “Al principio estaba desesperado, no tenía fuerzas de seguir. Nos sometían a todo tipo de vejaciones e incluso violaciones. Éramos treinta presos en el pabellón de aislamiento de la cárcel. Después empecé a tener esperanzas de nuevo cuando me cambiaron a otro centro de reclusos y empezaron las vistas orales del juicio”, continua Al Singasi, que cree que su liberación se debe en parte a un gesto de acercamiento del régimen a los opositores para calmar los ánimos en las calles. Y en parte, también, por el regreso de Hasan Mushaima, prominente figura opositora chií  y líder del Al Haq en el exilio. Sin embargo, la ansiada vuelta de Mushaima se ha hecho esperar.

“Creo que para el régimen todo está fuera de control. Los planes del monarca eran seguir en el poder, pero se ha dado cuenta que el pueblo ha dejado de tener miedo y no parara su lucha hasta derrocarlo”, advierte Al Singasi, que volverá a alzar la voz para pedir el derrocamiento de la monarquía sunita de Bahrein.  “Nuestra luchaserá hasta el final. Son diez años de dictadura monárquica que han llevado a la ruina al país. Al Jalifa nos ha vendido a mercenarios extranjeros, nos ha robado las tierras e incluso a vendido la costa a las compañías extranjeras. Los bahreiníes le hemos dicho ¡basta ya!”.

En la plaza de la Perla se vivieron los mismos sentimientos exaltados que piden la caída de la monarquía. Para los manifestantes, la mayoría chiíes,  la puesta en libertad de más de un centenar de presos no es una medida suficiente. Lo que quieren las decenas de miles de personas que han ocupado desde hace más de una semana la plaza de la Perla es cambiar el régimen. Por segundo día consecutivo los manifestantes esperaron con impaciencia la vuelta de Mushaima del exilio.

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