El Palacio de Al Katiba al servio de la revolución

Benghazi, 01 de marzo de 2011

Al Katiba es el segundo bastión de Gadafi para controlar en el Este de Libia.

Dentro de sus muros se construyeron cárceles secretas, algunas mazmorras bajo tierra de dos metros cuadradas.

El fuerte estaba controlado por la Guardia Presidencial y las brigadas de africanos, ambas para la seguridad privada del coronel.

 

En el Benghazi independiente se ha inaugurado un parque temático sobre “el hundimiento de Gadafi”. Se trata del fuerte de Al Katiba, el último símbolo de poder del régimen que cayó en manos de los revolucionarios. Centenares de curiosos vistan todos los días el blindado palacio residencial de Muamar Gadafi en el Este libio, convertido ahora en un lugar publico.

Ni el frío, ni el viento, ni la abundante lluvia han impedido a Akram Rashad visitar, por primera vez en su vida, este infranqueable sitio. Ningún benghazí hasta ahora había podido acercarse a este fortín, custodiado celosamente por la Guardia Presidencial, durante los 40 años de dictadura del Coronel.  El palacio fue construido en la década de los setenta sobre la antigua avenida de la Independencia, rebautizada por Gadafi con el nombre de Gamal Abd El Nasser, y principal arteria de la ciudad.  Dentro de esta fortaleza de 8000 metros cuadrados,  el dictador mandó construir su residencia presidencial y los pabellones para prisioneros. Este símbolo de poder absoluto, o lo que queda de él,  está ahora en manos del pueblo. La residencia de Gadafi es un amasijo de hierros y escombros que se sostiene sobre paredes totalmente ennegrecidas por el humo tras haber sido incendiado el lugar por los rebeldes. En la parte trasera quedan aún algunos de los mosaicos que la decoraron.

Unos cuando entran manifiestan su cólera y lanzan piedras contra el palacio. Otros se hacen fotografías para inmortalizar este momento histórico, o se llevan algún trozo de azulejo del piso como recuerdo.

Un kilómetro después, se encuentran los calabozos, y mazmorras, varios metros bajo tierra. Cuesta imaginarse la difícil situación en la que se encontraban los prisioneros. Algunas no son más que agujeros de dos metros cuadrado sin ventilación. Dicen los locales, porque aún nadie nos lo ha podido confirmar, que después de la batalla de Al Katiba fueron liberados unos 75 prisioneros, sacados de debajo de los agujeros cavados en la tierra. “En estas cárceles secretas tenían a los prisioneros encerrados como animales. Solo los sacaban una vez al día para ir al baño, y el resto de las veces tenían que hacerlo en la celda”, asegura Muhamed que se ofreció de voluntario para hacernos de guía en la “casa del horror”.

Detrás de los muros de este blindado palacio se gestó una de las fuerzas de seguridad privada más temidas por la población, las brigadas africanas leales a Gadafi conocidos como “mercenarios”, que sirvieron de refuerzo al régimen para aplastar las revueltas, después de que muchos oficiales desertaran del Ejército al  negarse a cumplir ordenes de atacar a civiles con armas.

Entre los visitantes a este derrocado centro de poder encontramos hasta jóvenes activistas egipcios de la Plaza de Tahrir que han decidido unirse a sus compañeros libios en la revolución.  Tarek Shalaby, de 26 años, que estuvo acampado en Tahrir desde el 25 de enero, el primer día de las revueltas en Egipto, cruzó hace dos días la frontera desde Salum para unirse a los voluntarios del Este libio que “quieren ir a luchar por la libertad a Trípoli”.

Share via emailSave on Delicious
Submit to reddit