Leyenda. Diego Ibarra Leyenda. Diego Ibarra

El “fenómeno Assir”, el clérigo salafista que ha desafiado a Hizbulá.

Sidon, 22 de abril de 2013

Hace apenas un año, el jeque Ahmad Assir era un completo desconocido. Pero ahora la influencia de este clérigo salafista se extiende desde la ciudad de Trípoli (al norte) hasta la ciudad de Sidón (al sur). En las calles de Bab al Tabane (un conflictivo barrio suní de Trípoli) se cuelgan las fotografías de Assir junto con la bandera rebelde de Siria. En Sidón, el barrio de Abra está coronado por la mezquita Bilal Bin Rabah, que dirige este influyente clérigo radical desde el pasado verano. Todos los viernes miles de personas se concentran en la explanada de la mezquita para escuchar el sermón del jeque Assir que se atreve a retar a la milicia chií Hizbulá, aliado de Damasco, que controla el sur del Líbano.

Su desafío ha llevado a varios enfrentamientos entre seguidores de Hizbulá y sus partidarios, que han causado la muerte de dos guardaespaldas del clérigo radical. Tras instalarse en la mezquita de Bilal Bin Rabah, el jeque salafista ha causado más problemas que beneficios a los habitantes de Sidón. En más de una ocasión los seguidores del clérigo radical han quemado neumáticos y bloqueado carreteras para protestar contra Hizbulá.

“En esta ciudad vivíamos tranquilos, en armonía entre cristianos, musulmanes suníes y chiíes, pero desde que vino Assir todo son problemas”, se queja Rafiq, un comerciante del barrio de Abra, que ha perdido mucha clientela porque “nadie quiere venir a comprar aquí”.

La situación actual que vive Sidón recuerda a la década de los ochenta y principios de los noventa después de que el Ejército israelí se retirara de esta ciudad, que ocupó entre mediado de 1982 a principios de 1985.  La evacuación israelí provocó violentos enfrentamientos confesionales entre las milicias nasseristas suníes (bajo el nombre del Ejército Popular de Liberación, de Mustafa Saad) y las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas, dirigidas por Samir Geagea)

; o los enfrentamientos entre la milicia chií Amal, apoyado por Siria y el Ejército del Sur del Líbano (entrenado y financiado por Israel).

Desde hace semanas, el Ejército libanés ha rodeado con tanques y soldados en el perímetro de la mezquita para aislar al jeque. La medida vino a raíz de la última provocación de Assir que amenazó con “sacar a la fuerza” a “hombres armados y bien entrenados de Hizbulá” que se han instalado en los apartamentos contiguos a sus oficinas en Abra para “controlar sus movimientos”.

“Alguien quiere atacarme; quieren acabar conmigo”, advierte a MSUR el jeque salafista, que nos recibe en su domicilio en Abra.  “(Nabih) Berri, el presidente del Parlamento, y líder del partido chii Amal, dio la orden al Alto Consejo de Defensa para que asediaran mi mezquita”, denuncia Assir.

El jeque había invocado a miles de sus seguidores a tomar las armas y echar a la fuerza a los sospechosos que habían tomado dos apartamentos vacíos en un edificio aledaño a las oficinas del jeque Assir.

“Me han confinado porque soy el único que se atreve a denunciar la dominación de Irán sobre el Líbano”, reprende Assir, en referencia de los lazos de Hizbulá con Teherán. “El propio jeque (Hassan) Nasrala dijo que estaba orgulloso de ser un soldado del Ayatolá Ali Jamenei.

“Hizbulá ha dejado de ser un movimiento de resistencia contra Israel y es un peligro para Líbano. Su potente arsenal está siendo utilizado para atacar a libaneses (suníes) y a los rebeldes sirios que luchan contra Bashar al Assad”, denuncia el clérigo radical. Por ese motivo, -continúa Assir-, “mi objetivo es crear una milicia de resistencia popular en el sur  del Líbano para defendernos de los ataques de Israel, porque el Ejército libanés es incapaz de frenar a Hizbulá, porque tiene superioridad militar”.

La idea de Assir es emular al Ejército Popular de Liberación (EPL) que opuso resistencia a Israel. “Nosotros como el resto de libaneses queremos que sea el Ejército libanés quien proteja a los ciudadanos de un  ataque de Israel. Pero el Gobierno ha fallado en el intento de desarmar a Hizbulá y las fuerzas armadas no tiene ni la capacidad militar ni armamentística que tiene Hizbulá”, critica Assir

“Hizbulá fue quien trajo la guerra al Líbano en el verano de 2006 tras secuestrar a los soldados israelíes. No defendieron al país, sino que fueron ellos quienes provocaron la guerra”, insiste el jeque.

Analistas consideran que muchos suníes libaneses, decepcionados por la tibieza del discurso de los lideres del Movimiento Futuro,  el partido suni liderado por Saad Hariri, hijo del ex primer ministro asesinado, Rafic Hariri,  han  encontrado en Assir la fuerza de la voz anti-siria. El discurso radical del jeque salafista contra Damasco y Hizbulá ha captado la atención de miles de sunies en Sidón y amenaza con hacerle sombra a la familia Hariri que ha gobernado durante décadas esta ciudad portuaria del sur del Líbano.

El Jeque Assir asegura que no tiene intención de convertirse en un líder político ni participar en las próximas elecciones generales, previstas para junio si se llegara a un acuerdo sobre la reforma de la ley electoral. Las divisiones por la nueva ley electoral vienen por el cambio de la ley de 1960 a la propuesta de ley ortodoxa, que permita a cada secta elegir sus propios diputados. Las fuerzas del 14 de Marzo (antisirias), están en contra de este proyecto de ley ya que beneficiaria, sin duda, a los aliados cristianos de Hizbulá, el Movimiento Patriótico Libre, del general Michel Aoun.  El desacuerdo en la reforma de la ley electoral llevó a Najib Mikati a renunciar a su cargo de primer ministro el pasado 23 de marzo.  Por primera vez, las dos bloques parlamentarios rivales –las fuerzas del 8 de marzo (prosirias) y las del 14 de Marzo- se pusieron de acuerdo para nombrar a Tammam Salam para liderar el nuevo “Gobierno de Salvación” y mantener así la cita electoral.

Aunque el jeque salafista no se muestra muy entusiasmado en iniciar una carrera política, estaría dispuesto a hacerlo “ante la falta de un verdadero liderazgo entre la comunidad suní”.

“Yo soy la única alternativa. la comunidad suní libanesa está al límite”, advierte Assir, antes de agregar:  “la gente no acepta que el Ejército sirio lance incursiones dentro del Líbano, pero las autoridades libanesas no hacen nada para contenerlo, porque quieren mantenerse al margen del conflicto en Siria”.

“La oposición, -liderada por el Movimiento Futuro-, tiene miedo de hablar porque Hizbulá controla al Gobierno”, denuncia el clérigo radical.

Pero Assir también ha cosechado enemigos en el bando cristiano. “Sus provocaciones se han dirigido no sólo a los chiíes. Su decisión de tomar un autobús lleno de seguidores a Faraya (donde está segunda estación de esquí del Líbano) en la fiesta del nacimiento del profeta fue igual de polémico. Assir tiene derecho a ir a cualquier lugar que quiera en el Líbano, pero sabía muy bien que la presencia de largas barbas salafistas en el corazón cristiano desataría una reacción en contra”, critica el analista Bassam Lahoud, de la Universidad Libanesa-Americana.

Lahoud teme que el clérigo radical suní aproveche su influencia con los palestinos refugiados en el campamento de Ain el Hilweh: “El jeque  también se beneficia de la presencia en Sidón del campamento palestino, donde los grupos salafistas son fuertes. Si Hizbolá entra en un enfrentamiento armado con Assir, éste incluiría a estos salafistas en sus planes. Pero no creo que Hizbula tenga intención de ser arrastrado a una lucha con palestinos armados en la carretera principal hacia el sur”.

El jeque Assir se ha convertido en la voz de los refugiados sirios en el sur. “Si las autoridades libanesas hubieran permitido levantar campamentos para los refugiados sirios, la situación no se habría salido de control”.

Las áreas del norte del Líbano (Trípoli y el valle de la Bekaa) están superpobladas por la llegada masiva de sirios, y ahora están emigrando hacia el sur para poder acomodarse en viviendas de alquiler o edificios vacíos a medio construir.

El clérigo radical ha desobedecido al Gobierno y ha instalado casas prefabricadas en un terreno privado. “No hemos levantado ningún campamento. No hay ninguna ley que prohíba construir en un terreno privado”, declara Assir, antes de agregar que Sidón “es una ciudad pequeña y no hay mucho espacio para colocar a los refugiados”.

Ante la pregunta de dónde proviene su financiación, el jeque salafista niega que Qatar le esté financiando y asegura que “son donaciones privadas de los fieles” de su mezquita. “Nunca he estado en Qatar ni he recibido ayuda de ellos ni de Arabia Saudita. Todo el dinero lo recauda la mezquita. Al mes solemos recaudar unos 15.000 dólares de nuestros seguidores”, detalla el jeque salafista.

Algunos medios libaneses han sugerido que gran parte del dinero que posee Assir procede de Qatar. “Por desgracia, las negaciones no significan mucho en casos como éste, donde los donantes van a seguir en el anonimato. Los salafistas tienden a mirar hacia los paises del Golfo para asistencia financiera; los que ayudan a Assir lo hacen para asegurar que el Líbano se vuelva más polarizado que nunca, con unas consecuencias posiblemente desastrosas”, sostiene Lahoud.

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