El Ejército traza la hoja de ruta para la transición

El Cairo, 08 de febrero de 2011

El Ejército egipcio ofreció ayer una hoja de ruta para la transición democrática, algo que la oposición viene exigiendo desde que Hosni Mubarak fue apartado del poder el viernes. El plan diseñado por los militares, que pasa por anular la Constitución y disolver las Cámaras legislativas, ha sido encajado con reticencias por algunos líderes de la revuelta popular. Entre otras cosas, denuncian, se mantendrá en activo el Gobierno designado por el propio Mubarak hace dos semanas.

Así, y hasta que se celebren elecciones, el consejo de ministros quedará en manos del primer ministro Ahmed Shafiq, del Partido Nacional Democrático (PND), el mismo que ha dominado la escena política durante 30 años de dictadura. Con todo, la presidencia se mantiene vacante y los militares han especificado que serán ellos y nadie más quienes gobiernen y legislen durante el periodo de transición.

Shafiq, un hombre fiel al régimen hasta hace cosa de pocos días, se está esforzando ahora por erigirse ahora como garante de las reformas democráticas. Ayer, en su primera rueda de prensa, “agradeció” el “espíritu” de los manifestantes de la plaza Tahrir, a quienes sin embargo pidió que vuelvan a sus casas cuanto antes. Su gabinete agitó el espantajo de la ruina económica en la que se ha sumido el país para pedir las manifestaciones cesen y todo el mundo vuelva a sus trabajos.

“La economía de vuestro país os necesita”, insistió. En Tahrir, los soldados se esforzaron durante todo el día por reabrir el tráfico y desalojar a cientos de personas que seguían acampadas, pequeños grupos cuyas reclamaciones no trascienden lo anecdótico.

Mahmud Abdulá, de larga barba y sus dos esposas, con el rostro cubierto con un niqab (velo islámico) y vestidas de negro riguroso, declaró que “no nos iremos hasta que el Gobierno libere a todos los presos políticos”, en una clara alusión a los Hermanos Musulmanes condenados a prisión.

En el comunicado del Ejercito, los militares enumeraron las medidas que se adoptarán para tutelar la transición. Las dos Cámaras legislativas, dominadas por políticos afines a Mubarak, quedan disueltas. También se suspende la Constitución, que fue diseñada a medida del régimen y que vetaba la participación electoral de varios grupos políticos, asegurando así la supremacía del PND. Los militares también ofrecieron un calendario aproximado para la celebración de elecciones libres, que deberían producirse en “unos seis meses”. Según analistas consultados, los nuevos comicios tendrían lugar este verano, en julio o agosto, tiempo suficiente para redactar la nueva Constitución y darles tiempo a los nuevos partidos políticos para obtener financiación y organizarse. La nueva Carta Magna será sometida a plebiscito y es previsible que sea objeto de disputas en los próximos meses. Su diseño queda a cargo de una “comisión”, sin que se haya especificado quién compondrá ese “consejo de sabios”.

A pesar del tira y afloja que es inherente a cualquier proceso de reformas, analistas y líderes de la oposición parecen confiar en las buenas intenciones del Ejército. Ayman Nour, presidente del partido que se enfrentó a Mubarak en las elecciones de 2005, dijo que el liderazgo militar es “una victoria para la revolución”. “No creo que el Ejército de marcha atrás en el proceso democrático. Los egipcios deberían confiar en su tutelaje. El mensaje del pueblo ha sido claro y es manifiesta la implicación de los generales en la creación de un país más libre”, comentó Musa Kemal, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de El Cairo.

Ayer también,  la temida y potente Policía egipcia se sumó a las manifestaciones pidiendo mejoras laborales, pero también exculpándose de la violencia y mostrando su apoyo a la revolución. En los primeros días de la era postMubarak, parece que todos y cada uno de los egipcios tienen su motivo para salir a la calle, en un país donde hasta hace poco las manifestaciones estaban prohibidas por la ley de Emergencia, en vigor durante los 29 años de mandato del dictador.

“Vengo todos los días de Alejandría al Cairo: tengo que pagarme el transporte y salir de mi casa a las 5 de la mañana”, se quejaba uno de los agentes que acudió a manifestarse con su uniforme, viejo y lavado ya demasiadas veces, como el de la mayor parte de los policías símbolo del Egipto de Mubarak, estado policial por excelencia.

El Ejército, que es ahora el encargado de mantener la seguridad en las calles desde que la Policía se retirara incapaz de controlar el caos el pasado 28 de enero, intentó evitar la protesta de los agentes disparando al aire y se registraron algunos enfrentamientos entre los dos cuerpos, uno de ellos erigido en salvador del pueblo y el otro que trata de cambiar su reputación de verdugo.

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