SIRIA

El dilema sirio

Beirut, 22 de mayo de 2013

A medida que se alarga el conflicto en Siria, más difícil resulta reconocer los diferentes grupos de la oposición, sus objetivos, y sus apoyos internacionales. La comunidad internacional está confundida y ya no sabe como actuar a la hora de respaldar a los rebeldes sirios. Con las armas químicas de telón de fondo, Occidente se haya en el dilema de sancionar a los insurgentes que luchan contra las fuerzas de Bashar al Asad, a medida que crecen las sospechas internacionales sobre el uso de gas sarín en operaciones de los rebeldes. La otra cara de la moneda, igualmente preocupante, será la de corroborar que el régimen también está utilizando estas armas ilegales contra la población siria. En ambos casos, todavía no se han encontrado pruebas sólidas. Pero para el departamento de Estado de EEUU es más que posible que Damasco esté atacando a la población con armas químicas. De confirmarse estas sospechas, la actitud de EEUU hacia Siria podría cambiar drásticamente. Y aunque la opción militar sea la última de las alternativas, el escenario es tan grave que no quedaría más remedio que actuar, porque representa una amenaza para toda la región, en particular para Israel. Este cambio de dirección se ha visto en las últimas semanas, tras varios bombardeos israelíes contra instalaciones militares sirias para impedir el movimiento de armas hacia la milicia chií libanesa Hizbulá, aliado de Irán y Damasco. Los ataque israelíes a Siria han llevado a Turquía y Jordania a movilizar equipo militar y tropas en la frontera.

La mayoría de estados implicados en buscar una solución a la violenta guerra en Siria coincide en la necesidad de un cambio de régimen. El problema es de qué manera será posible. La solución política es la más apoyada, incluso Rusia, aliado de Damasco, aboga por un acuerdo entre el régimen y los rebeldes para la transición democrática.  Turquía, valedor de la oposición, es entusiasta a la hora de apoyar al Coalición Nacional Sirio (CNS), representante político en el exilio de la oposición, como alternativa al régimen de Asad. La prioridad de Ankara es fortalecer políticamente a la oposición para liderar la transición democrática en Siria. Turquía busca el apoyo regional y a mayor escala, internacional, para emerger como potencia líder regional para la mediación en Siria. Ante el fracaso de los dos mediadores de la ONU y  la Liga Árabe, Ankara representa la única alternativa que podrá traer la paz al país vecino. Por ese motivo, Washington está trabajado cada vez más cerca con Turquía para la salida del poder de Asad.

Sin embargo, los rebeldes son una amalgama de grupos dispares que no muestran cohesión ni disciplina. La oposición se presenta dividida entre el ex presidente de CNS, Mouaz al-Khatib, y el primer ministro del Gobierno interino, Ghassan Hitto. Los planes de formar un gobierno opositor en las áreas bajo el control del Ejército Libre de Siria podrían verse truncados por los grupos yihadistas, como el Frente al Nusra, que actúan por cuenta propia en las áreas rebeldes para desestabilizar el país.

La islamización es un factor peligroso que podría impedir el desarrollo democrático de Siria. Estos grupos salafistas cuentan con el apoyo de Arabia Saudita y Qatar, y el entrenamiento de células terroristas de Irak y Afganistán. La presencia cada vez mayor de estos grupos radicales compromete a Occidente a la hora de proveer ayuda militar letal al ejército rebelde.

Las alternativas de paz en Siria se presentan tan complicadas como el final de la guerra. A dos semanas de la cumbre de Ginebra hace preguntarse qué garantían ofrecerán a la comunidad internacional los líderes de la oposición siria, sin experiencia política y de tendencia islamista, para encauzar el país hacia la democracia.

 

 

 

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