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Comienza la transición en el oriente de Libia liberado

Benghazi, 16 de marzo de 2011

Los comités populares del Este de Libia independiente anuncian la formación de un Consejo Nacional para la transición. Se desmiente el rumor de que el ex ministro de Justicia, Mustafa Abdel Jalil vaya a presidir el gobierno provisional en los territorios liberados. Los rebeldes forman un diario revolucionario y consejo de información para recoger testimonios durante los ataques contra civiles 

Desde que cayó el régimen en la ciudad de Benghazi hace una semana, los revolucionarios ya están trabajando para construir uno nuevo.

La plaza de Mahkama (juzgados), epicentro de las revueltas populares contra el dictador Gadafi, se ha transformado en las oficinas del autogestionado “gobierno” popular del liberado oriente libio. Se trata del conjunto de edificios que alberga las cortes y tribunales, algunos de ellos incendiados por los rebeldes durante las protestas.

Tras el anuncio la madrugada del domingo del ex ministro de Justicia,  Mustafá Abdel Jalil, de la formación de un nuevo gobierno de Unidad Nacional en la Libia independiente, presidido por el mismo, y que pedía ser reconocido por la comunidad internacional, los comités populares se pusieron manos a la obra para trazar las directrices de la formación de un Consejo Nacional de transición. El consejo de Benghasi, formado por trece representantes hizo el anuncio por la tarde, aunque no especificó cuando iba a ser formado el nuevo gobierno “paralelo”, ni quien iba a liderarlo.

Mustafa Guiriani, miembro del “Consejo de los Trece” dice que “aún no se ha decidido quien encabezará el Consejo Nacional, pero que no va a ser el ex ministro Jalil”, disipando los rumores sobre su posible nominación.

En uno de los destrozados edificios de la Mahkama se ha instalado un comité  de información y recogida de datos de testimonios de civiles que grabaron en sus teléfonos móviles y cámaras fotográficas cuando los mercenarios africanos y las fuerzas leales al presidente atacaron a la población para sofocar las revueltas.

La entrada al edificio parece el decorado de una película de terror, habitaciones vacías con ventanales medio rotos que emiten ruidos fantasmagóricos por las cavidades de los agujeros. Subiendo las escaleras, al segundo piso, el único que aparentemente se mantiene en pie se encuentra el centro de prensa audiovisual donde voluntarios editan las imágenes y queman DVD para ofrecerlos a la prensa extranjera, pues todas las comulaciones vía Internet, telefonía fija y móvil han sido cortadas. “Vosotros soy nuestra única herramienta para que el mundo sepa lo que está sucediendo en nuestro país”, agradece Hussein Shami, de 23 años, con barba y una gorra al estilo del Che Guevara.

“Todos los ordenadores, grabadoras y equipos de sonido nos lo ha cedido el pueblo de Benghazi, inste el joven revolucionario. En la habitación contigua, con un frío polar, pues a falta de cristal en la ventana se ha improvisado unos cartones para cortar el aire, otros “compañeros” revolucionarios diseñan carteles y pancartas contra Gadafi. Todas ellas escritas en inglés para que puedan leerlas los periodistas extranjeros. En los albores de la revolución,  también se ha creado un nuevo periódico que ya va por su tercer número. El director del rotativo post-liberación, Muhamad Salem, nos explica que el periódico tiene como objetivo informar a los ciudadanos sobre las actividades de los comités populares que asumen las funciones de las autoridades locales. Además se anima a los jóvenes a seguir con la revolución y enrolarse para ayudar a los compañeros que combaten en Trípoli contra Gadafi.

 

Muchos oficiales han abandonado al Coronel y se han unido a los comités populares que piden la caída del dictador. El 19 de febrero, el general Jalifa Al Musmari, jefe de las fuerzas Especiales del Este de Libia, ordenó la toma del Palacio Al Katiba para derrocar a la Guardia Presidencial, del presidente Muamar Gadafi. Un comando de medio millar de paramilitares rodeo el fortín y en menos de tres horas derrotó a las fuerzas leales al coronel Gadafi y declaró la liberación de Benghazi. “Mis hombres mataron a más de 600 soldados presidenciales y otro centenar huyó por los pasadizos subterraneos”, se jactó el alto mando militar que concedió una entrevista exclusiva a este diario.

Comitesrevolu_webAl Musmari es uno de los cincuenta oficiales que ayudaron a Gadafi a subir al poder en 1969. Sin embargo, la decisión del presidente libio de atacar a civiles para mantenerse en el poder, obligó al genera a abandonar su lealtad al veterano dictador. “Vi con mis propios ojos como mercenarios africanos y las fuerzas leales a Gadafi mataban a nuestros hijos,  y me dije a mi mismo que jamás me lo perdonaría si no paraba esa matanza”, asintió el general Jalifa. Según las asociaciones locales de Derechos Humanos en los ataques de las fuerzas leales al presidente libio contra rebeldes murieron más de 300 personas en esta ciudad, capital regional del Este libio.

Tras el ataque al bastión de Gadafi en Benghazi, el general Jalifa desertó del Ejército y ahora se refugia en un lugar seguro a las afueras de la ciudad por temor a las represalias de los oficiales leales al presidente. A sus 68 años este veterano general ha tenido que sacarse el uniforme para no levantar sospecha y esconderse en la vivienda de un conocido.

“Para el pueblo Gadafi ha perdido la legitimidad de gobernar pero aún mantiene su poder en Bab Al Asisiya en Trípoli y es fuerte en las localidades de Sur y al Oeste, especialmente en la ciudad de Serat -feudo de la familia del presidente”, indicó el coronel Ahmad Bani que se encarga del reclutamiento de voluntarios para ir a luchar Trípoli, en el Cuartel General del Ejército en Benghazi.

“Aún no tenemos preparada la ofensiva”, indicó, antes de agregar que lo primero era restablecer la seguridad en Tobruk, Al Baida y Marg, las localidades liberadas en el oriente libio, después el hacer acopio de todas las armas y municiones incautadas en los diez acuertelamientos militares, comisarías de Policía y en el fuerte de AL Katiba.

Detrás de la plaza de Mahkama (juzgados), epicentro de las violentas revueltas en Benghazi se encuentra el Centro de Investigación Criminal, recordado por todos los Benghazies como el centro de torturas de la todopoderosa policía secreta. El edificio que fue incendiado y destrozado por los rebeldes es ahora el almacén de armas y municiones incautadas tras tomar todos los edificios de la seguridad del Estado y el fuerte de Al Katiba.

Centenares de Kalashnikov, granadas, morteros, incluso armas pesadas se amontonan en las oficinas vacías de las fuerzas de seguridad.

El capitán Yamal Ahmad nos enseñó sus trofeos de guerra: “estos dispositivos eran usados por los mercenarios para disparar contra vehículos de civiles. Todo pertenece a los matones de Gadafi y ahora están al servicio del los comités populares para proteger a nuestro pueblo”.

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