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Columnas de humo negro en el horizonte de Mosul

Al Qayara, norte de Irak, 22 de octubre de 2016

El cielo se vuelve apocalíptico a medida que se avanza a la última línea defensiva del frente de Al Qayara. Desde allí solo hay oscuridad.  Espesas columnas de humo negro se elevan desde los pozos de petróleo que han incendiado los yihadistas a unas pocas decenas de kilómetros.

De tanto en tanto una ráfaga de aire trae consigo un fuerte olor a caucho quemado.

El Estado Islámico empieza a sentirse desesperado.  Para ocultarse de los bombardeos aéreos está quemando neumáticos e incendiando pozos de crudo, echando por la borda una de sus principales fuentes de financiación.

Un grupo de soldados y de fuerzas de seguridad iraquíes, apostados en los márgenes de la carretera, vigilan el último puesto de control, hasta donde está permitido llegar a la prensa internacional.  Desde ese punto de la carretera solo viajan tanquetas militares, carros de combate y  vehículos 4×4 de milicianos locales.

Cuatro kilómetros separan al ejercito iraquí de frente del Estado Islámico.

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En los últimos tres días tropas gubernamentales de Bagdad y milicianos de las Unidades de Movilización Popular han recuperado los pueblos de Al Houd, Lasage  Azawi y Al Sert,  explica el coronel Ali de la División 15, mientras nos enseña un mapa satelital con las posiciones de Mosul desde una Tablet con la pantalla rajada.

“En las operaciones para liberar los pueblos que están en manos de Dáesh, únicamente participan las fuerzas iraquíes”,  matiza el mando militar.

No obstante, reconoce que en la primera fase de las ofensivas reciben refuerzos de las Hashed al Shaabi (las milicias locales chiies) de los propios pueblos.

Mientras nos entrevistamos con el mando militar decenas de pick up con milicianos chiies cruzan en ambas direcciones.

 

Los yihadistas oponen fuerte resistencia. “Plantan IED (Artefactos Explosivos Improvisados) en los caminos y colocan explosivos dentro de toda clase de vehículos desde coches, furgonetas, tractores y excavadoras que un conductor suicida hace estallar para detener a las tropas en su avance”, continúa el coronel

El coronel Ali vuelve a coger su Tablet y nos enseña una galería de fotos de vehículos suicidas “blindados” de los yihadistas.  Algunos parece sacados del universo de Mad Max.

El Estado Islámico cuenta con francotiradores expertos y  combatientes que se movilizan con agilidad y rapidez, utilizando túneles subterráneos que conectan una localidad con otra,  detalla el militar iraquí.

Al coronel le preocupa que cuando más avancen las tropas iraquíes hacia la localidad de Mosul, los yihadistas podrían llevar a cabo un ataque químico, haciendo dinamitar una fábrica de sulfato, que está a sólo 14 kilómetros de Al Qayara.

Un grupo de milicianos subidos en una pick up que ondea una bandera verde (color distintivo de los chiíes) regresa del frente.  Detrás vienen otra furgoneta con mujeres y niños.

Husein, un miliciano chií del batallón de los “Mártires de Al Qayara”,  baja del vehículo con el pelo y la ropa cubierta de polvo.  Antes de saludar toma aliento.  “La batalla está siendo muy dura. Todavía quedan algunos yihadistas en Azawi”,  indica el combatiente chií.

Husein explica que cuando los hombres de la enseña negra huyen de una localidad se llevan retenidos a la fuerza a las mujeres y los niños para usarlos como escudos humanos. “Ellos saben que cuando hay población civil los ataques aéreos de la coalición internacional se reducen”,  asegura el combatiente chií.

Una información que corroboramos con el grupo de civiles que venían escoltados por los milicianos.

“Después de que el lunes las fuerzas iraquíes entraran en Al Houl nos llevaron a la fuerza a Azawi.  Nos retuvieron a todas las mujeres y los niños porque dijeron que nuestros hombres estaban ayudando a las fuerzas iraquíes a liberarla.  Nos subieron a camiones y nos encerraron en casa en Azawi”,  explica aún angustiada una mujer de unos 50 años de edad, ataviada con pañuelo y túnica negra.

“Las fuerzas iraquíes nos han liberado”, grita otra mujer que anima al resto a exaltar a las tropas de Bagdad.

De vuelta a la ciudad de Al Qayara, un humo negro envuelve toda la ciudad.  Los habitantes han tenido que  acostumbrarse a vivir así respirando las partículas de negras que quedan suspendidas en el ambiente y que se adhieren a las fosas de la nariz, o bajo las uñas.

“Estamos hartos.  Llevamos así dos meses. Mucha gente ha empezado a tener problemas respiratorios”,  alerta Hasan, un vecino de Qayara que regenta un ultramarinos.

“No podemos tener las ventanas abiertas de la casa porque se llena enseguida de polvo negro.  Tengo miedo de que mis hijos puedan enfermar y el humo les vaya afectar los pulmones”,  lamenta una vecina que está comprando verduras en el mercado.

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La batalla por Mosul es como el misterioso horizonte que se abre tras las columnas de humo negro.  Nadie se atreve a vaticinar.  La conquista de Mosul llevará tal vez uno o dos meses o quien sabe si el futuro inquilino de la Casa Blanca herede de su antecesor la mayor guerra que se predice en Irak desde la invasión de Estados Unidos en 2003.

A unos cuantos kilómetros al norte de Al Qayara, se encuentra el Centro de Operaciones Conjuntas para La liberación de la provincia de Nínive.

El movimiento es constante… Helicópteros de combate que aterrizan y despegan trasportando  tropas iraquíes o estadounidenses.  Nadie habla con la prensa….todo se mantiene con la máxima confidencialidad… en el centro de operaciones se decide el futuro de Irak.

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