Asia Bibi, la primera mujer cristiana condenada a la horca por blasfemar contra Mahoma en Pakistán.

Lahore, 15 de noviembre de 2011

En la mañana del 14 de junio de 2009, Asia Bibi, cristiana de 45 años,  estaba labrando la tierra junto con otras campesinas musulmanas en la aldea de Ittanwali, a 75 kilómetros de Lahore, cuando su capataz le ordenó traer agua para dar de beber. Cargada con un barreño, derramó un poco de agua sobre las ropas del capataz.

Una campesina le dijo: “aparta tus sucias manos de cristiana; vas a contaminar nuestra agua porque los de tu religión sois impuros”. Entonces, Bibi, cansada de aguantar insultos  y agresiones de sus compañeras, profirió, presuntamente,  una blasfemia contra del profeta Mahoma.

Quien iba a imaginarse que aquella acción acalorada, más que malintencionada, iba a  ser castigada con la pena de muerte por ahorcamiento.

Asia Bibi, madre de cinco hijos, fue condenada por un tribunal de Lahore a la pena capital por blasfemia, según el artículo 295-C del Código Penal,  el pasado 8 de noviembre. Bibi se convierte así en la primera mujer en la historia de Pakistán que  podría ser ahorcada si el Tribunal Supremo no anula el veredicto contra ella.  Desde entonces, la comunidad cristiana de Lahore,  la mayor de toda Asia con más de 30.000 creyentes, está consternada y preocupada por el injusto castigo a esta mujer cristiana , que podría sentar un precedente para futuras condenas de esta naturaleza. La ley sobre la blasfemia es utilizada a menudo como pretexto por los fundamentalistas para atacar a las minorías religiosas, sobre todo el Cristianismo que profesan el 4 por ciento de la población paquistaní.

Según la sentencia del juez Muhammed Naveed Iqbal, el mulá Muhammed Saalam denunció a la acusada en la comisaría de Policía Sadar Nankana Sahib el 19 de junio de 2009.  Según el clérigo musulmán,  Bibi había blasfemado deliberadamente contra del Profeta y el sagrado libro del Corán el 14 de junio, según los testimonios de unas campesinas musulmanas que trabajaban con ella.

Asia no tuvo la opción de declarar, pues el jefe de la comisaría dio por valida la versión del mulá sin contrastar la versión de la denunciada.    “Mi esposa fue detenida y  sin haber prestado declaración ante la Policía fue encarcelada injustamente a la espera de juicio durante un año,  cuatro meses y  ocho días”,  lamenta el marido, Ashiq Masih, de 51 años.

Antes de que llegara la policía, “decenas de vecinos enfurecidos vinieron a mi casa con palos y amenazaron con matarnos si no nos convertíamos al Islam”, recuerda el marido de la condenada.  “Esto es una conspiración contra los cristianos; no nos quieren en el distrito de Sheikupura -donde viven 1000 familias musulmanas y sólo dos cristinas-. No es la primera vez que hemos tenido disputas con los vecinos“,  denuncia Masih, que se encuentra ahora en un centro de acogida para cristianos amenazados en Lahore, que dirige la ONG Sharing Life Ministry Pakistan. Sus hijos están viviendo con otros familiares en Sheikupura.

Desgraciadamente, los casos de falsas acusaciones contra cristianos se suceden cada vez con mayor asiduidad en Pakistán.

“Durante todo este tiempo he esperado justicia, pero no ha servido de nada. Voy apelar al Alto Tribunal de Lahore y si no revocan la decisión iré el Tribunal Supremo para que la anule.  También pediré clemencia al presidente (Asif) Zardari”, asegura Masih, antes de insistir en que “haré todo lo que sea posible para mantenerla con vida”.

Destrozado, Ashiq no pudo decirle a sus dos hijas menores, Isha, de 13, y Ishama, de 9, que habían condenado a la horca a su madre. “Pero gente con mala fe le dijo a mis hijas que iban a envenenar a Asia en la cárcel para matarla”, agrega enfurecido el marido.

Las ultimas palabras de la condenada antes de ser enviada a una celda de aislamiento en el corredor de la muerte fueron: “Yo no soy una criminal, no hice nada malo.  He sido juzgada por ser cristiana.  Creo en Dios y en su enorme amor.  Si el juez me ha condenado a muerte por amar a Dios,  estaré orgullosa de sacrificar mi vida por Él”, nos traduce al inglés el abogado y activista cristiano, Shazad Karam, que grabó en su móvil las declaraciones desalentadas de Asia tras recibir la sentencia de muerte.

Kamram continúa que visitó a Asia en la celda de aislamiento de “dos metros y medio de largo por tres de ancho” y que se quejaba del “olor pestilente de la letrina dentro de la celda”.

Según afirma su abogado, hace tres meses, en una visita a la Prisión Central de Sheikhupura, donde permanecía recluida a la espera de juicio, Bibi le confesó que el juez Muhamed Naveed Iqbal (quien dictó la sentencia) “entró en su celda y le ofreció que si ella se convertía al Islam la dejaría libre. Asia le respondió al juez que prefería morir como cristiana que salir de la prisión siendo musulmana”.

 

El caso de Asia es la primera condena a muerte por blasfemia contra una mujer en Pakistán. En 2005, el ex presidente Pervez Musharraf promulgó una ley para la protección de los derechos de las mujeres, por la que una mujer juzgada , sea cual sea su delito, no puede ser castigada con la pena capital.

Sin embargo, parece que las leyes paquistaníes no se aplican por igual para cristianos y musulmanes.  Los casos de blasfemia contra cristianos son numerosos en Pakistán y los acusados suelen ser sentenciados a cadena perpetua o la muerte.  El matrimonio, Munir Masih y Ruquilla Bibi,  cumplen cadena perpetua en la prisión central de Sahibad  La cristiana Martha Bibi está siendo juzgada, acusada por presunta blasfemia, en un tribunal de Lahore.  El caso más sonado por blasfemia en Pakistán fue el de tres cristianos, Sloma, Rahmat, y Mansur Masih, condenados a cadena perpetua en 1995.  Un fundamentalista mató a tiros al tercero de los condenados cuando salían escoltados del tribunal.  Un año después, el juez Arif Husein Bujti, anuló la pena a los otros dos condenados y  fue asesinados por unos fanáticos cuando se encontraba en su despacho.

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