Alaa El Asuani: el dentista egipcio que se convierte en fenómeno literario

El Cairo, 19 de octubre de 2006

entrevistaChicago copia_webDesde niño, el dentista egipcio Alaa El Asuani soñaba con ser escritor. Su padre Abbás, que falleció en 1977,  fue un prestigioso abogado y reconocido escritor en El Cairo. “Cuando pienso en mi padre, lo veo sentado escribiendo sobre la mesa de su despacho,  rodeado de estanterías con libros”. El Asuani estuvo siempre inmerso de un ambiente culto y literario. “Recuerdo con nostalgia las tertulias que mi padre hacía en casa con sus amigos escritores. Yo escuchaba entusiasmado aquellas charlas e imaginaba que de mayor haría lo mismo”, evoca. Ahora, a sus 47 años, El Asuani no sólo ha hecho realidad este sueño,  sino que se ha convertido en un betseller mundial con su primera novela, “El Edificio Yacubian”.  Una controvertida obra literaria, que  irrumpió como un torbellino en el panorama literario árabe en 2002. Desde entonces ha sido la publicación más vendida en el mundo árabe. La novela aborda temas tabúes en Egipto como la homosexualidad, la doble moral, la corrupción política, la tortura y el fanatismo religioso, a través de unos personajes que viven en un decadente edificio palaciego, construido en 1939 por una familia de comerciante de armenios, en el centro de El Cairo. La novela , traducida al inglés, francés, italiano y español, ha cosechado un gran éxito en el mercado internacional. En sólo ocho meses se han vendido 170.000 copias, 100.000 de ellas en Francia. La prestigiosa editorial “Harper Collins”, una de las más importantes del mundo, ha comprado la traducción inglesa. La publicación en castellano saldrá al mercado dentro de varios meses, en la editorial Maeva.

El Asuani es hijo único, algo inusual en las familias árabes, habitualmente numerosas. Recibió una educación liberal, basada en valores de respeto y tolerancia.  “Si quieres beber, bebe. Si quieres rezar, reza. Si quieres ayunar, ayuna”, le insistía su padre. Estudió en el Liceo Francés de El Cairo, lo que le proporcionó  un  mayor acercamiento a la cultura occidental. Cuando finalizó sus estudios de bachillerato contempló la posibilidad de estudiar literatura,  pero la realidad política y social de Egipto se impuso a su deseo de ser escritor  y decidió matricularse en la Facultad de Odontología en la Universidad de El Cairo. Fue en aquellos años cuando conoció a su primera mujer, con quien se casó y le dio un hijo, Sheif, pero con la que mantuvo una corta relación. Después, en 1985,  se marchó a Estados Unidos a estudiar  durante tres años un master  de Odontología en la Universidad de Illinois, Chicago. A los 37 años, cuando se sintió más maduro, se volvió a casar y tuvo con su esposa dos hijas, Mae y Dana.

El Asuani nunca ha abandonado su vocación literaria. Combina su trabajo en la clínica dental de la calle Diwan, en el céntrico barrio cairota de Garden City, con su dedicación a la escritura. Escribe un promedio de tres horas diarias en la consulta.  Para este dentista, la medicina tiene una relación directa con la literatura. “Muchos de los grandes novelistas han sido médicos. La medicina y la literatura tienen el mismo sujeto: el hombre”, explica.  “Yo trabajo en la clínica, pero también escribo aquí. No siento que sean dos mundos distintos” sostiene .  Además, un escritor tiene que ser crítico, pero la censura en Egipto no lo permite, agrega.  Para poder escribir libremente sobre el régimen y la religión, prosigue El Asuani,  “tienes que ser un autor independiente y  la literatura no da de comer en Egipto”. “Gracias a la Odontología he podido escribir y publicar mis libros”,  declara orgulloso, mientras confiesa que en varias ocasiones estuvo a punto de abandonar el país por la presión del gobierno autoritario: “En 1990, decidí marcharme de Egipto porque no había conseguido publicar nada. Quería emigrar a Nueva Zelanda, por que era el lugar más lejano.

“El Edificio Yacubian” no es su primer libro, antes escribió dos colecciones de relatos breves.  La última, “Fuego Amigo”,  fue publicada después de la exitosa novela.  En ella, utiliza la técnica narrativa de la primera persona. El narrador es un ser frustrado por la corrupción y la injusticia, que compara siempre el mundo que le ha tocado vivir con la gloria del pasado de Egipto.

Los personajes del “Edificio Yacubian” también miran con  nostalgia esa época de antes de la Revolución del 52,  donde El Cairo gozaba de una libertad y un cosmopolitismo que no sucede con el régimen actual.  El Asuani, no eligió un nombre armenio por casualidad. Los armenios han sido una comunidad minoritaria que se integró en la sociedad egipcia, incluso obtuvieron la nacionalidad , pero siempre mantuvieron su propia cultura, lengua y literatura. “Pensé que un  nombre armenio serÍa estupendo para la novela, porque para mi simboliza una época  en la que Egipto era un lugar donde se podía vivir libre y pacíficamente,  respetando las diferentes culturas y religiones”.

La inspiración le llegó un día cuando paseaba por Garden City y vio un edificio que estaban demoliendo para construir un garaje público. “Aquel lugar tenía vida propia. En cada una de las habitaciones, despojadas de sus muros, se revelaban las historias privadas de unos inquilinos que  habían vivido o, incluso,  muerto allí”. Esa imagen se quedó grabada en su mente, pero hasta ocho años después, en 1998, no se sentó a escribirla. El inmueble se convierte en el protagonista de la novela. Detrás de las paredes del edificio, habitan unos personajes decadentes,  que representan los estereotipos de la sociedad egipcia contemporánea. Zaki Bey es un viejo aristocrático, anclado en la época  pre-revolucionaria, que dedica su vida al sexo y las mujeres. Buthayna trabaja como empleada en casa de Zaky. La joven se queda embarazada del aristócrata y tiene que ocultarlo por la presión social. En un momento de desesperación decide abortar, pero finalmente se casa con Zaki en una ceremonia privada, aceptando dos condiciones: vivir con él en secreto y asegurarle que no volverá a quedarse embarazada.

Hatem Rashid es homosexual y trabaja como redactor jefe en “Le Caire”, un periódico egipcio escrito en francés. Representa a la élite culta occidentalizada. Un día se niega a publicar un articulo que habla sobre la homosexualidad en Egipto, porque dice que son una minoría. Rashid oculta de esta forma su tendencia sexual.

Azzam compra su escaño de diputado a cambio de vender sus favores legislativos a un político corrupto. Pero Azzam se da cuenta de que es víctima de un chantaje.

Taha El Shadhli, el hijo de los porteros,  es un joven condenado al fracaso, al no poder escapar de su clase social. Taha intenta entrar en el cuerpo de la Policía, pero lo rechazan cuando descubren el origen de su familiar. Entonces, entra a formar parte de una organización radical islamista y es detenido por la Policía y brutalmente torturado.

En la novela  no hay cabida para un final feliz. El autor busca  la provocación para que el lector reaccione. Su mensaje va dirigido principalmente a la sociedad egipcia. “El principal problema de Egipto es la falta de democracia. Tenemos un régimen terrible”, denuncia el escritor.  “El fanatismo religioso no es una enfermedad sino la complicación de una enfermedad llamada dictadura”, asegura. “Un hombre al que le roban sus derechos y oportunidades es fácil que acabe abrazando el fundamentalismo”, reitera. “El Gobierno nos hace creer que sólo hay dos opciones: la dictadura  o un estado islámico”, critica.

Aunque su visión del Egipto actual es muy  desalentadora, El Asuani no ha perdido su optimismo: “hay un movimiento civil por la Democracia muy fuerte en el país, que podría hacer cambiar las cosas”.

El joven director de cine egipcio Maruan Hamed leyó el libro y le gustó tanto que decidió comprar los derechos para hacer la película.  La adaptación de la novela la hizoWahid, el padre de Maruan considerado uno de los mejores guionistas egipcios.  Hamed era consciente de que iba a embarcarse en un misión suicida. Primero encontrar un productor en Egipto que quisiera financiar el proyecto y  después escapar del yugo de la censura. Contra todo pronostico, “El edificio Yacubian”, la película más cara de la historia del cine egipcio (costó cerca de cuatro millones de euros) , se ha convertido en un gran éxito comercial. Se estrenó en el pasado mes de junio y en las tres primeras semanas recaudó 2.100.000 euros. Como todas las grandes producciones, ha conseguido reunir a las grandes estrellas del panorama cinematográfico nacional. Nombres como Khaled El-Sawy, Bassem Samra y Adel Imam, comparten cartel con las actrices  Nour El Sherif y Somaya El Khashab.

La película ha participado en los festivales de cine más prestigiosos del mundo y en todos ha recibido muy buena crÍtica y acogida del público. En Berlín en febrero, El festival de Tribeca de Nueva York en abril y Cannes en  Mayo. También ha participado en el Festival Internacional de Cine de Beirut junto con la película “Volver”,  de Pedro Almodóvar.  La semana pasada participó en la selección oficial del Festival Internacional de cine de Valladolid.  La productora egipcia le ha vendido los derechos de la película a Francia.

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