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Afganistán: Un reto que no se gana en las urnas

Kabul, 20 de agosto de 2009

Si hay que proclamar un vencedor, habría que otorgarle la victoria al pueblo afgano. Desafiando las amenazas de los talibanes, muchos ciudadanos acudieron ayer a las urnas, aunque con un entusiasmo menor que en las elecciones presidenciales de 2004.

Kabul respiraba una tensa calma. Las calles estaban casi desiertas, los comercios prácticamente cerrados y el tráfico era mínimo. La única presencia evidente era la de los policías a las puertas de los centros electorales y la del Ejército en los controles de las carreteras. Los colegios abrieron a las siete hora local, pero hasta el medio día a penas llegaron electores. En el Liceo Zargona, en el centro de la ciudad, una cinta roja separaba a hombres de mujeres, que,  tras pasar un control de seguridad, caminaban hacia las aulas habilitadas para las votaciones.

P1220560 Protegidas de las miradas de los hombres aquellas que vestían con burka se descubrían el rostro por unos instantes para ser identificadas en la mesa electoral. Algunas aprovechaban para liberarse por algún tiempo de la pesada carga del burka. Cuando una extranjera, pese a ser mujer, las miraba, ellas volvían a esconderse tras la gasa azulada. La zona de los hombres era más agitada -gritos por los pasillos, cohortes tras un jefe local-, mientras dos jóvenes retraídos se encargaban de vigilar las aulas. “la única irregularidad que hemos observado ha sido que el material electoral no estaba listo cuando se abrió el colegio”, musitó uno de los observadores “independientes”.

La mayoría de los cerca de 250.000 observadores “son delegados de los candidatos o los partidos”, denunció Nader Nadery, de la Fundación para Elecciones Libres y Justas (FEFA). Según Nadari “sólo el 10 por ciento” son independientes, entre los que se encuentran los 350 de la ONU y los 110 de la UE. Para impedir la duplicación de votos, los funcionarios de Comisión Electoral, encargados de las mesas de los colegios, agujerean la tarjeta de elector antes de emitir el voto. Sin embargo,  esta medida para impedir el fraude es de lo más ineficaz cuando en el mercado negro de Kabul se venden tarjetas de identificación falsas por unos siete euros.

La participación ha sido uno de los caballos de batalla de estas elecciones. “La credibilidad del resultado electoral dependerá de la participación”,  nos dijo el “Principe” Ali Seraj, ex candidato que se retiró a favor de Karzai.

La Comisión Electoral comenzó  por la tarde el recuento de los votos, sin haber hecho públicos aún los datos. No obstante, el ministro de Interior,  Mohamed Hanif Atmar, se adelantó al escrutinio y anunció que  la participación ha sido de un 70 por ciento pese al boicot y las amenazas de los insurgentes.

Aunque las autoridades hayan insistido en que las elecciones transcurrieron de forma pacífica, precisamente, no se puede decir que ayer fuera una jornada de calma. La violencia talibán dejó medio centenar de muertos. En total se produjeron 130 ataques, muchos de ellos con proyectiles y cuatro suicidas, que causaron la muerte de 17 militares afganos y 9 civiles.  Además, 21 talibanes murieron en un tiroteo contra las fuerzas de seguridad en la región norteña de Baghlan, después de que la Comisión Electoral decidiese ampliar el horario de votación una hora más.

 

 

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